El presidente Félix Tshisekedi realiza su primera visita oficial a París. El jefe de Estado de la República Democrática del Congo (RDC), segundo país en términos de población francófona después de Francia, acudirá este lunes al Senado y a la Asamblea Nacional para reunirse con los cargos electos franceses, antes de reunirse con su homólogo Emmanuel Macron en el Elíseo el martes. Esta visita de dos días tiene como objetivo «devolver el favor» tras el viaje del presidente francés a Kinshasa en marzo de 2023, explicó la presidencia congoleña. Se trata de “continuar con los puntos que quedaron pendientes tras la visita de Emmanuel Macron a la República Democrática del Congo”.

Entre estos puntos, el más importante y al mismo tiempo el más sensible: la situación de seguridad en el este de la República Democrática del Congo. La provincia de Kivu del Norte está sumida en un conflicto entre milicias que dura ya 20 años y ha desplazado a más de un millón de personas. Las fuerzas armadas congoleñas se han aliado con varios de estos grupos armados para luchar contra la principal milicia, el M23, que a su vez cuenta con el apoyo de la vecina Ruanda. Félix Tshisekedi acusa a Ruanda de enviar soldados a su territorio para mantener el conflicto y saquear los recursos minerales de Kivu.

Por lo tanto, al venir a París, el Jefe de Estado de la República Democrática del Congo espera que Francia, «miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que tiene la responsabilidad de proponer resoluciones», haga «declaraciones relativas a la situación en la República Democrática del Congo», indicó el Presidencia congoleña antes de la visita. Félix Tshisekedi quiere sanciones contra Ruanda a nivel de las Naciones Unidas para obligar a las tropas ruandesas a abandonar su territorio.

Pero el presidente francés despliega todos sus esfuerzos desde hace varios años para restablecer y reforzar las relaciones con Ruanda. Relaciones frías e incluso rotas durante años desde que Kigali señaló el turbio papel de Francia en el genocidio de 1994. Francia había apoyado al gobierno de la época, pero también ayudó y entrenó a algunas de las fuerzas que luego perpetraron el genocidio.

Pero Emmanuel Macron quiere hacer de Kigali, un país clave de los Grandes Lagos que ha experimentado un desarrollo espectacular en 30 años, “uno de nuestros socios estratégicos en África”. Así, tras encargar un informe dirigido por el historiador francés Vincent Duclert que establecía las “fuertes y abrumadoras responsabilidades” de París en el genocidio de entre 800.000 y 1 millón de tutsis, el presidente francés, que viajó a Kigali en 2021, dijo “reconocer” a los franceses. “responsabilidades” en las masacres. Pero París nunca se ha disculpado formalmente con el pueblo ruandés.

Hoy, Francia depende del ejército ruandés como parte de las operaciones militares en la República Centroafricana, pero especialmente en el norte de Mozambique. En la región de Cabo Delgado, los soldados ruandeses lograron contrarrestar el avance de Al Shabab, grupo terrorista vinculado al Estado Islámico, cuyos ataques obligaron a TotalEnergies a suspender temporalmente sus actividades.

Este acercamiento entre París y Kigali va mal a los ojos de Kinshasa. Sobre todo porque numerosos informes han puesto de relieve el apoyo del ejército ruandés al M23. En 2023, las Naciones Unidas, pero también Human Rights Watch, acusaron a varios altos oficiales ruandeses de prestar apoyo al grupo armado y, por tanto, de ser cómplices de homicidios ilegales y violaciones perpetradas por sus milicianos entre la población. En julio, la propia Unión Europea sancionó a varios líderes del conflicto de Kivu, entre ellos… un capitán ruandés.

Del lado francés, en cualquier caso, el Quai d’Orsay ha endurecido el tono en sus últimas declaraciones. El ministerio dijo en febrero que estaba “preocupado” por la participación de Ruanda en el conflicto de Kivu y pidió a “Ruanda que cese todo apoyo al M23”. Pero al mismo tiempo no deja de señalar el apoyo prestado por las fuerzas armadas congoleñas a determinados grupos armados como las FDLR. Y sigue pidiendo «desescalada» y «paz». “Nunca ha llegado ninguna condena del Elíseo, y está lejos de ser trivial”, subraya Antoine Glaser, ex periodista y escritor francés, autor de La trampa africana de Macron (Fayard, 2021). “Los congoleños exigen a Emmanuel Macron la misma condena que él se negó a hacer en Kinshasa”.

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De hecho, a este respecto, la última visita de Emmanuel Macron a la República Democrática del Congo dejó un recuerdo amargo para los congoleños. El presidente francés había puesto el pie en el plato diplomático, declarando a su homólogo: “Desde 1994 no has podido restablecer la soberanía de tu país, ni militar, ni de seguridad, ni administrativa. «Es una realidad y no deberíamos buscar a alguien a quien culpar en el exterior». Implicado, en Ruanda. Palabras que fueron muy mal recibidas por la opinión pública congoleña.

Para Antoine Glaser, la visita oficial del presidente congoleño a París es una oportunidad para compensar este fracaso. El componente económico de la visita oficial, con una mesa redonda el martes que reunirá a los actores económicos, «en lugar de tener lugar en la sede del Medef como es habitual, tendrá lugar en Bercy, en el Ministerio de Economía y Finanzas». , señala Antoine Glaser, que ve en esto una clara señal de “apoyo político y diplomático”.

El escritor también observa que Francia, que hasta ahora no había invertido mucho en la República de China, está realizando un acercamiento económico oportuno. “Con la energía y los minerales raros necesarios para las nuevas tecnologías, la República Democrática del Congo se está convirtiendo en un socio esencial del futuro. Ninguna potencia europea puede descuidar su importancia, sobre todo teniendo en cuenta la presencia china en los asuntos mineros estratégicos”, señala.

Sin embargo, ¿Emmanuel Macron saldrá del difícil equilibrio diplomático sobre la cuestión de Ruanda? “Francia está tratando de tener ambas cosas. Y esto es tanto más importante cuanto que hay intereses franceses muy importantes en Ruanda a nivel político, diplomático y de seguridad, y con la República Democrática del Congo a nivel empresarial y de minerales. ¡Sin olvidar que es el mayor país francófono del mundo!”, señala el autor.