Corresponsal en Washington
De un trimestre a otro, la actividad se duplicó con creces. Según cifras mejores de lo esperado del Departamento de Comercio, el crecimiento del tercer trimestre en Estados Unidos se aceleró a una tasa anual del 4,9%.
El escenario de recesión en Estados Unidos, pospuesto varias veces durante más de un año, hasta el punto de poner en duda la capacidad de los economistas para comprender lo que realmente está sucediendo, aún no se ha abandonado. Porque los expertos cuentan con una marcada desaceleración hacia finales de año, considerando que múltiples factores pesarán sobre la demanda. Muchos economistas prefieren hablar de un escenario de “aterrizaje suave” para el próximo año, correspondiente a un crecimiento inferior al 2% sin un aumento demasiado marcado de la tasa de desempleo, actualmente del 3,8%.
Sin embargo, desmentiendo los gritos de alarma lanzados desde hace meses, el consumidor americano está bien, insiste Jamie Dimon, el influyente jefe de JPMorgan Chase. El hecho de que los bancos centrales “se hayan equivocado al 100% durante dieciocho meses” debería conducir a una mayor humildad a la hora de evaluar las perspectivas para el próximo año, bromeó a principios de semana el director general del mayor banco de Estados Unidos.
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El consumidor, con ahorros acumulados durante los confinamientos por el Covid, de los que sacó mucho más de lo que anticipaban los economistas, impulsó el crecimiento de julio a septiembre. Del aumento estimado del 4,9% del PIB, el 2,7% proviene del gasto de consumo personal. Por tanto, la tasa de ahorro cayó del 5,2% en el segundo trimestre al 3,8% al final del tercer trimestre, explica el Departamento de Comercio. Está claro que este importante motor de la demanda perderá fuerza a finales de año.
El pleno empleo, que favorece el regreso a la fuerza laboral de miles de personas tentadas por un estilo de vida diferente durante la pandemia, también ha estimulado la demanda. En los últimos doce meses se han creado más de tres millones de puestos de trabajo adicionales en Estados Unidos. Este poderoso movimiento inyecta poder adquisitivo a la economía, a pesar de que la inflación sigue siendo demasiado alta.
Miles de estadounidenses, al ver que hay numerosas ofertas de trabajo, aceptan un “trabajo” y no tienen miedo de gastar. En agosto (estadísticas más recientes), el país todavía tenía 9,6 millones de ofertas de empleo sin cubrir, o 1,5 ofertas por desempleado. Además, la evidente escasez de mano de obra desde el final de la pandemia hace que las empresas sean mucho más reacias a despedir personal que en ciclos económicos anteriores.
El aumento de los inventarios empresariales también impulsó la expansión en el tercer trimestre, al punto de ser responsable del crecimiento del 1,3%.
Además, la fortaleza de las exportaciones explica el 0,7% del crecimiento. Sin embargo, el deterioro de la demanda en Europa y otras partes del mundo corre el riesgo de debilitar las exportaciones en el cuarto trimestre.
El otro poderoso motor del crecimiento es la explosión del déficit presupuestario. Estos últimos se duplicaron de 2022 a 2023, hasta alcanzar los 2.000 mil millones de dólares, si no se tienen en cuenta los gastos contables destinados a tener en cuenta la cancelación, finalmente prohibida por el Tribunal Supremo, de 300 mil millones de dólares de deudas estudiantiles. El agujero en las finanzas públicas pasó del 5,4% del PIB estadounidense en el año fiscal 2022 al 6,3% en el año fiscal 2023 que acaba de finalizar.
La Casa Blanca y los demócratas electos acusan a los republicanos de Donald Trump de ser responsables de la caída de los ingresos públicos provocada por los recortes de impuestos aprobados en 2017. Los republicanos juzgan, por el contrario, que los múltiples planes de gasto público votados desde que Joe Biden es presidente , y el fuerte aumento de la carga de la deuda provocado por la inflación, son la causa del problema. En cualquier caso, la polarización extrema del Congreso crea las condiciones para limitaciones estrictas al nuevo gasto en los próximos meses.
La posibilidad de un “shundown” (cierre forzoso de determinadas administraciones) a mediados de noviembre, debido a la falta de compromiso sobre el presupuesto, y los efectos de la larga huelga en la industria del automóvil podrían pesar sobre el crecimiento en las próximas semanas. Por no hablar de la política monetaria restrictiva del banco central y de la fuerte subida de los tipos de interés que persiste en los mercados financieros.