Que su director le pida su dirección en caso de reuniones “tardías” o que un ascenso se deba a “cuotas”: con un casco de realidad virtual, los empleados del Tesoro, incluidos los hombres, pronto podrán vivir una experiencia íntima sexista .
Una veintena de actores y extras participan esta semana en Lyon en el rodaje de escenas destinadas a formar sobre el sexismo a los 1.300 empleados de la Dirección General del Tesoro.
En los locales del Grand Hôtel-Dieu, a orillas del Ródano, se reconstituyeron dos días de seminarios salpicados de situaciones tendenciosas, «tal como se aplicarían a nosotros, partiendo de cosas realistas», explicó a la AFP Marie Segura, de la Generalitat. secretaría del Departamento del Tesoro.
Una cámara de 360° en el centro de la sala encarna a Julie, una nueva empleada de 25 años, con quien su superior, inicialmente benévolo, dirige la conversación hacia su vida privada, o incluso a Sofía, una jefa de departamento de 40 años. , cuyos méritos el diputado alaba como si fuera su superior.
Los escenarios fueron escritos “en base a testimonios internos”, según un comunicado de prensa. El resultado, un vídeo de quince minutos de duración, visto con un casco de realidad virtual, pretende sumergir a los funcionarios en la piel de estas mujeres, para iniciar «debates que puedan sacar a la luz» las circunstancias vividas, precisa Marie Segura.
Con cascos e inmersos en estos personajes femeninos con actores que les hablan directamente, los empleados “no pueden hacer nada más y participar” en la formación, sostiene Lénaïc Cadet, directora de investigación y desarrollo de la empresa de servicios Reverto.
Este proyecto está cofinanciado por el Fondo interministerial a favor de la igualdad profesional (FEP) creado en 2019. Desde entonces, ha seleccionado cerca de 340 proyectos de diferentes servicios públicos por un importe de 4,5 millones de euros.
En noviembre de 2022, el Ministerio de la Función Pública publicó una guía para sensibilizar a los empleadores públicos sobre la violencia sexual y de género y para recopilar mejor las denuncias de las víctimas, con el objetivo de compensar la “falta de concienciación” en la administración. Con apenas un centenar de sanciones (desde una simple advertencia hasta la revocación) desde 2018, el ministerio constató “la dificultad de testificar estos hechos en un contexto profesional”.