El tribunal de lo penal del Bajo Rin condenó el lunes 25 de septiembre a Sassoun Azarian a 23 años de prisión penal por el incendio “deliberado” de un edificio en Estrasburgo en 2020 que dejó cinco muertos, y a cuatro años y seis meses de prisión para Munasar Ali Abdullahi por no ayudar a una persona en peligro.

Por la mañana, el fiscal general, Alexandre Chevrier, pidió una pena de 25 años de prisión para Sassoun Azarian, al considerar que había arrojado «voluntariamente» una colilla a la columna eléctrica del edificio, y de 12 años de prisión para Munasar. Ali Abdullahi, por «complicidad». Ambos hombres podrían enfrentarse a cadena perpetua.

Cuando se anunció el veredicto, Sassoun Azarian, un joven de 24 años de origen azerbaiyano, denunció una decisión “injusta” y “racista”, interrumpiendo al presidente del tribunal, Antoine Giessenhoffer. También fue declarado culpable de no ayudar a una persona en peligro. Su abogado, Maître Randall Schwerdorffer, denunció un veredicto basado en «una impresión íntima» más que en una «convicción íntima».

«Es bastante obvio que apelaremos, porque nos parece obvio que en este caso no se puede demostrar el carácter voluntario (del incendio)», subrayó el abogado, que había exigido a los jurados que examinaran el aspecto «involuntario». del inicio del incendio.

Por el contrario, el tribunal absolvió a Munasar Ali Abdullahi del cargo de incendio provocado que provocó la muerte. Lo condenó únicamente por no haber asistido a una persona en peligro, dictando una pena de prisión cercana a los cinco años en que incurrió, acompañada de una orden de prisión preventiva.

«Esta absolución nos satisface», reaccionó a la AFP Michaël Wacquez, su abogado. «Se cree que Munasar Ali Abdullahi no tiene facultades mentales para tomar decisiones en situaciones extremas, la sentencia dictada por el delito conexo sigue siendo difícil de aceptar», continuó, indicando que estudiaría la posibilidad de apelar.

A lo largo de los cinco días de juicio surgió la cuestión de las facultades mentales de este joven de 25 años. El investigador de personalidad observó en él “un retraso en el desarrollo motor e intelectual”, su coeficiente intelectual se midió en 53. El perito psiquiátrico, por el contrario, no detectó “ninguna anomalía mental” en este acusado que es “astuto, fabuloso y tiene una respuesta para todo.