«A partir del 1 de marzo, el gobierno introduce una prohibición temporal de las exportaciones de gasolina». Con estas palabras el gobierno ruso indicó, este jueves en un comunicado de prensa, que suspendería sus exportaciones de combustible durante seis meses. Esta decisión, que entrará en vigor este viernes, debería permitir «estabilizar» los precios en los surtidores del mercado interior durante «el período de aumento de la demanda ligado a los trabajos de primavera», explica el Gobierno. Se produce especialmente dos semanas antes de las elecciones presidenciales en las que Vladimir Putin debería ser reelegido para el Kremlin hasta 2024, un resultado que no está en duda dado que la oposición ha sido aplastada en los últimos años.
Sin embargo, la prohibición no afectará particularmente a «las entregas realizadas en el marco de acuerdos intergubernamentales internacionales, incluidos los acuerdos con los Estados miembros de la Unión Económica Euroasiática» (Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, Armenia), aclaró el gobierno. El miércoles, el viceprimer ministro ruso de Energía, Alexander Novak, se anticipó al anuncio oficial y explicó: “cuando el mercado esté saturado, con superávit, naturalmente se tomarán medidas para levantar la prohibición”.
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Rusia ya había aplicado una medida de este tipo en el otoño de 2023 ante el aumento de los precios en el surtidor, un fenómeno que estaba minando cada vez más el poder adquisitivo de los rusos, ya afectados por el debilitamiento del rublo debido a las sanciones. En 2023, Rusia produjo 43,9 millones de toneladas de gasolina, según cifras oficiales.
El beneficio financiero inesperado procedente de la venta de hidrocarburos es esencial para Moscú en un momento en el que su economía está centrada en el esfuerzo bélico para apoyar la ofensiva militar en Ucrania. Sin embargo, en los últimos meses, el ejército ucraniano ha atacado varios depósitos de petróleo rusos utilizando drones explosivos, privando a las fuerzas de Moscú de importantes recursos.