“¡La cultura puede ser divertida!”, afirma el autor de cómics Alain Ayroles, que infunde su abundante “erudición” en una nueva serie histórica, L’Ombre des Lumières, cuatro años después del éxito de Les Indes fourbes (250.000 ejemplares vendidos). Desde hace más de 30 años, el guionista de De capes et de crocs o Garulfo es una figura reconocida del cómic francés, que combina gusto por la evasión, humor, sentido del detalle histórico y glotonería verbal.

Su nueva trilogía, dibujada por Richard Guérineau (Le Chant des stryges), narra el destino atormentado de un noble libertino entre Francia y Canadá en el siglo XVIII, a medio camino entre Las amistades peligrosas y El último mohicano. El primer volumen, titulado El enemigo del género humano (Éditions Delcourt) y con una tirada de 100.000 ejemplares, se publicó el miércoles 13 de septiembre.

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Si reivindica esta “erudición”, Alain Ayroles asegura entre risas que es “muy superficial”. “La idea es enriquecer, sin pesar. A través de todas estas referencias culturales, se trata también de aportar detalles que harán creíble el universo”, explica a la AFP este cincuentón, pelo hasta los hombros y ligero acento del suroeste.

Il est très «chef d’orchestre», commente Thierry Leprévost, camarade des Beaux-Arts d’Angoulême devenu son coloriste pour Garulfo ou D. «C’est au cordeau, rien n’est laissé au hasard», explique-t- Él. “Tiene una gran cultura literaria, documenta mucho. Es uno de los mejores de esta generación”.

“La cultura no es necesariamente algo aburrido y polvoriento”, continúa Alain Ayroles. «Siempre he tenido la esperanza de contarle a la gente: aquí hay una historia de entretenimiento, que está ahí para divertirte, pero que tal vez te enseñe cosas y despierte tu curiosidad».

Este objetivo le sitúa tras los «grandes nombres del cómic» como René Goscinny o Jean Van Hamme, opina Jean-Philippe Lefèvre, ex presentador del programa Un mundo de toros de la cadena Public Sénat. “Es realmente uno de los diez guionistas que tienen la capacidad de dirigirse al público respetándolo”, señala este especialista.

Nacido en 1968 en Lot, el joven Ayroles organizaba juegos de rol en Angulema con algunos de sus futuros cómplices, como el diseñador Jean-Luc Masbou (De capes et de crocs). “Consumir el imaginario colectivo a través de referencias y clichés, aunque eso signifique desviarlos, eso surge del juego de roles”, confía Ayroles.

Este gran aficionado a los Monty Python, que trabaja en el dibujo animado desde hace mucho tiempo, admite disfrutar “llevando a su lector de viaje”, como en Les Indes fourbes, la historia de un sinvergüenza español del siglo XVII con un destino increíble frente a un telón de fondo de la búsqueda de El Dorado. Este álbum de gran formato (160 páginas), protagonizado por los exuberantes dibujos del español Juanjo Guarnido, ganó numerosos premios y fue un éxito en las librerías, con más de 250.000 ejemplares vendidos, cuando un premio Goncourt, de media, se vende por más de 350.000. unidades, según un estudio del instituto GfK. “Les Indes fourbes es un fenómeno editorial algo especial. Fue una gran apuesta”, aprecia Christophe Scotch Arleston, creador de la exitosa serie Lanfeust de Troy. “Y la apuesta funcionó, llegando también a un público que rara vez lee cómics”, añade el guionista, que siente “una gran admiración profesional” por Alain Ayroles.

Este último ha abordado recientemente el lado oscuro del Siglo de las Luces creando, junto con Richard Guérineau, el Caballero de Saint-Sauveur, un caballero ambicioso del siglo XVIII, depravado y sin escrúpulos. “Hacerle sufrir insultos es estimulante”, sonríe Alain Ayroles, que no descarta ir más allá de la trilogía prevista. Sin embargo, no se trata de «producir más» que uno o dos álbumes al año para este padre de dos hijos, que también publicó una breve obra de teatro en verso en 2000. “Tuve bastante suerte al refinar y tratar de priorizar la calidad”, señala. Pero «es una economía frágil, nada es seguro», precisa inmediatamente quien cofundó en 2007 un grupo de autores de cómics en el seno del Sindicato Nacional de Autores y Compositores (Snac), ante una profesión que se ha vuelto «cada vez más más precario.