Se puede ver desde una ventana francesa, pero está prohibido entrar: las visitas guiadas permiten vislumbrar el famoso balcón del Palacio Imperial de Viena, desde donde Adolf Hitler celebró el Anschluss de su país natal.
Ochenta y cinco años después de la anexión de Austria por la Alemania nazi en marzo de 1938, la Casa de la Historia de Austria (HDGÖ) organiza una serie de sesiones para «disipar el aura» que rodea este promontorio. Tomó esta decisión tras la aparición del monumento en un polémico vídeo difundido recientemente por la extrema derecha, un año antes de las elecciones legislativas en las que resulta vencedor el partido FPÖ.
«Hemos notado una necesidad, una curiosidad en la sociedad», dijo a la AFP la directora del museo, Monika Sommer, felicitando el «gran interés» que suscitó esta iniciativa. También menciona “la necesidad de educar” al público frente a la proliferación de “informaciones falsas” en Internet.
Entre los 35 participantes en la primera visita del jueves, Regina Steiner, profesora de 59 años, confirma la importancia de «sensibilizar a los jóvenes» sobre el hecho de que «en Austria han ocurrido acontecimientos terribles» y que la historia «lamentablemente» repetir». Esperaba poder poner un pie en el balcón pero los visitantes encontraron la puerta cerrada. El acceso está oficialmente prohibido por razones de seguridad, en particular debido a la baja altura de la balaustrada.
También decepcionado Markus Mitterhuber, actor de teatro de 56 años, pide un debate abierto, “sin tabúes”. “Deberíamos atrevernos a abordar este lugar de otra manera. Hacerlo accesible al público, por ejemplo mediante visitas, lo que podría contribuir a su profanación”, añade la señora Sommer. La Casa de la Historia aboga desde hace años por la apertura de la terraza y en 2019 lanzó un concurso de ideas.
Sólo un puñado de personas pudieron acceder a él, entre ellos supervivientes de los campos como el escritor judío y premio Nobel de la Paz Elie Wiesel en 1992. Los privilegiados también tenían derecho a organizar allí una Nochevieja para celebrar el cambio de año. 2000. Como escribió en el pasado el HDGÖ, este balcón permanece “como un dedo en una herida aún abierta”.
Austria ha negado durante mucho tiempo su responsabilidad al presentarse como “la primera víctima del nazismo”. Sólo a mediados de la década de 1980 se empezó a ejercer una mirada crítica. El país alpino, donde gran parte de la población había dado una bienvenida triunfal a Hitler, había aportado un gran contingente de cuadros y soldados al régimen nazi y participó activamente en el Holocausto.