Una exposición sobre el trabajo anatómico de Leonardo da Vinci, que ofrece una inmersión en el corazón de la investigación toscana para perforar La mecánica de la vida, se abre el viernes en el Château du Clos Lucé, en Amboise (Indre-et-Loire). Presentado hasta el 17 de septiembre, el evento muestra los caminos eruditos del genio del Renacimiento, desde sus primeros estudios de anatomía superficial hasta el desciframiento del funcionamiento del corazón, pasando por las distintas «almas» del cuerpo.

El proceso de Leonardo, que abarcó unos treinta años, fue ante todo una búsqueda de conocimiento personal. «Pero al final de su vida, quería publicar un libro», dice Pascal Brioist, profesor de historia en la Universidad de Tours y co-comisario de la exposición. Estudiando por su cuenta, el maestro toscano, por lo tanto, «de ninguna manera» avanzó la ciencia, señala el especialista del Renacimiento. “Pero eso no le impide hacer importantes avances en el funcionamiento del corazón y en la óptica”, valora.

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Después de haber asistido a disecciones realizadas por médicos, el apasionado Léonard tomó a su vez el bisturí. Su trabajo lo llevó a desarrollar varios métodos de disección, como el por capas o por cortes. Su transcripción en bocetos es sorprendente: se acerca a la perfección de la radiología moderna, la resonancia magnética y los escáneres, presentados en Clos Lucé en comparación.

“Tratamos de ubicar el trabajo de Leonardo en la era actual, comparándolo con la imaginería moderna, explica Dominique Le Nen. Segundo comisario de la exposición, el especialista corporal también es cirujano de mano en Brest CHRU. Y admite fácilmente estar «asombrado por la relevancia de los dibujos» del maestro italiano.

Lo más destacado de la exposición, la reconstrucción de una sala de disección de Clos Lucé, donde Leonardo pasó los últimos tres años de su vida (1516-1519) por invitación de Francisco I, se esconde de los ojos sensibles. Su maqueta de un cadáver, más grande que la vida, y sus herramientas de época desafían. “Al reproducir la sala de disección, nos enfrentamos a la muerte, al mismo tabú de Leonardo. En este deseo de traspasar a los vivos, Leonardo se enfrenta directamente a la muerte”, señala Pascal Brioist. Un cara a cara que al artista, seguidor de la escritura en espejo, le habría encantado.