Salidas de lujosos palacios para ser colgadas en las refinadas paredes de una sala de exposiciones, cientos de obras adquiridas por las dinastías españolas se han reunido en un nuevo escenario de arquitectura ultramoderna: la Galería de las Colecciones Reales.
La última aparición pública del Cheval Blanc del pintor español Diego Velázquez (1599-1660) data de 2015, durante una exposición temporal en París. El resto del tiempo, «estaba colgado en una sala del Palacio Real» de Madrid, contigua a este nuevo museo que se inaugurará a finales de junio, cuenta Leticia Ruiz Gómez, directora de las colecciones reales. El enorme cuadro es una de las piezas centrales del suelo dedicado a la Casa de los Habsburgo, que reinó en España en los siglos XVI y XVII.
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A unos pasos se encuentra un Caravaggio, o el Triunfo del Tiempo, un tapiz de más de tres metros de altura que habría pertenecido a Isabel la Católica (1451-1504), adquirido en febrero por el Ministerio de Cultura por un millón de euros.
En una capital española que ya cuenta con museos de renombre internacional como el Prado o el Reina Sofía, la Sala de las Colecciones Reales será «un escaparate» y permitirá «mostrar la diversidad, riqueza y calidad de lo que los reyes coleccionaron durante cinco siglos». , explica Ana de la Cueva, presidenta del organismo público gestor del Patrimonio Nacional de España.
La idea de crear un museo para exponer las colecciones reales ya se había planteado hace un siglo pero el proyecto fracasó debido a la Guerra Civil (1936-1939).
Una segunda planta está dedicada a la dinastía de los Borbones, del actual rey Felipe VI, con obras de Francisco de Goya (1746-1828), una carroza revestida de bronce del siglo XIX y el «retrato de espalda» del rey Carlos IV, del que sólo se ve la parte de atrás de la peluca y que le valió a su autor, Juan Bauzil, el sobrenombre de «pintor loco».
Un tercer nivel acogerá las exposiciones temporales pero también un cubo «inmersivo» donde se proyectarán imágenes en 360° de decenas de «lugares reales» de toda España, de donde proceden las exposiciones.
La mayoría de las 650 obras de la exposición permanente no estaban accesibles hasta entonces y acumulaban polvo en almacenes o alas de palacios y monasterios cerrados al público. Se renovarán periódicamente y el museo estará equipado con reservas de última generación para preservar las miles de obras de las colecciones reales.
“Nuestro papel es mostrarlos para que los ciudadanos sean conscientes de que este patrimonio es de todos, a diferencia de otros países”, dice, señalando monarquías en las que muchas obras pertenecen a la familia real y no al Estado.
Con el atractivo de la monarquía erosionándose con el tiempo, el desafío de esta nueva galería será atraer a tantos visitantes como el vecino Palacio Real, que promedia alrededor de 1,5 millones por año, en comparación con los más de 2,5 del Palacio de la Alhambra en Granada. , el monumento más visitado del país.
Para ello, el establecimiento se apoya en su arquitectura, que ha ganado varios premios internacionales. La construcción entre 2005 y 2016 de la galería requirió excavar la roca de la cornisa que da a los jardines reales.
Pórticos de hormigón gris claro, entre los que se insertan enormes ventanales, han reemplazado al acantilado, de modo que el edificio es casi invisible desde las alturas del palacio.