“Murió prematuramente a los 70 años, pero vivió una vida plena. Es en estos términos que la familia de Kaija Saariaho anunció este viernes el fallecimiento del célebre compositor, sin duda uno de los creadores musicales más célebres de nuestro tiempo. Padecía una forma incurable de cáncer cerebral, diagnosticada en febrero de 2021, precisan además sus familiares en un comunicado de prensa, indicando que murió «tranquilamente en su cama, en su casa de París», y pidiendo que se respete el tiempo necesario para su luto.
Hasta sus últimos momentos siguió componiendo, pasando los últimos meses ultimando su último trabajo: su concierto para trompeta “Hush”, que se estrenará en Helsinki, su ciudad natal, el 24 de agosto, bajo la batuta de la chef finlandesa Susanna Mälkki. Recientemente también formó parte del jurado de un concurso de composición para órgano que ella misma había fundado con motivo de la inauguración del instrumento que adorna el Centro de Música de Helsinki.
Nació en la capital finlandesa el 14 de octubre de 1952. Fue allí donde comenzó a aprender música a la edad de seis años. Primero se formó en el piano, el violín y luego el órgano, antes de unirse veinte años más tarde a la prestigiosa clase de composición de la Academia Sibelius, dirigida por Paavo Heininen. Sin embargo, fue en Francia, en París, donde su destino como diseñadora experimentó su punto de inflexión más importante. Tras su encuentro con el movimiento espectral, en particular con Tristan Murail y Gérard Grisey, se traslada allí en 1982 y se incorpora al Ircam, donde se familiariza con la electrónica y comienza a desarrollar un lenguaje eminentemente personal, donde la fascinación por los colores orquestales y la luz de los timbres instrumentales responden a su interés por la transformación de los sonidos.
Después de un concierto para primer violín en 1995, encontró la voz en 1996 con la obra Château de l’âme, para soprano solista, coro de mujeres y orquesta. Estrenada en el Festival de Salzburgo con la participación de la solista Dawn Upshaw, la partitura abre las puertas al mundo lírico, al que se adentrará en los albores del nuevo siglo con una inspiración operística que no agotará hasta la reciente creación de Innocence : su última ópera, una verdadera obra maestra encargada conjuntamente por el Festival d’Aix-en-Provence, Covent Garden, la Ópera Nacional de Finlandia, la de San Francisco y la de Holanda.
Hay que decir que en veinte años, y desde la creación de su primera ópera L’Amour de loin en 2000, también en el Festival de Salzburgo, Kaija Saariaho se había consolidado a los ojos del mundo musical como una figura imprescindible. .del arte lírico… Y sin duda EL mayor compositor de ópera, hasta la fecha, en la historia de la música. En diciembre de 2016, se convirtió en la segunda mujer en estrenar una ópera en el escenario de la Ópera Metropolitana de Nueva York. Era para L’Amour de Loin, precisamente.
Fue mientras asistía a Saint François d’Assise de Messiaen, en la versión de Peter Sellars para el Festival de Salzburgo de 1992, y con la exultante soprano Dawn Upshaw en el papel del Ángel, que el músico, entonces con 40 años, había querido probar suerte en el género operístico. Ya en 1993, tenía su tema: un trovador aquitano del siglo XII, Jaufré Rudel, y su búsqueda de un amor distante ideal. Una «historia de amor y muerte»… El argumento digno de cualquier ópera. L’Amour de loin tiene toda la excepción lírica. El sexo de su compositor. La perfección de su libreto, escrito en francés y firmado por Amin Maalouf. Un estilo cautivador y onírico. Una hábil mezcla de refinamiento extremo y sencillez. El éxito de la obra es inmediato. Tanto por su ambientación como por su impacto emocional. Luego se compara con San Francisco de Asís de Messiaen, con Pelléas et Mélisande de Debussy, ¡e incluso con Tristán e Isolda de Wagner!
La colaboración de Kaija Saariaho con la escritora franco-libanesa continuará en las óperas Adriana Mater y Émilie, así como en el oratorio La Passion de Simone, dedicado a la filósofa Simone Weil, figura que la fascinó desde su adolescencia. “Lo había descubierto a través de una traducción de La Gravité et la Grâce. Me sorprendió su forma de intentar, en sus cuadernos, traspasar los misterios de nuestra existencia a través de fórmulas matemáticas, estudios de griego antiguo o filosofía. Restringir su pensamiento con un enfoque casi científico me fascinó. Mirando hacia atrás, parece bastante similar a lo que traté de hacer a través de la música. Ya sea interesándome por la electrónica o la escuela espectral francesa o incluso por la acción misma de componer, que para mí no es otra cosa que intentar penetrar, a través de la música, en los enigmas de la existencia. No fue hasta mucho después que supe de su vida y me atrapó su significado dramático”, nos confiaba en 2014, en los albores de una nueva versión de la obra presentada en el Festival de Saint Denis.
Por una extraña ironía de la historia, Simone Weil, a quien Saariaho admiraba tanto, murió el 24 de agosto de 1943… Eso es 80 años justo antes de la creación prevista del concierto para trompeta de Kaija Saariaho: su obra definitiva.