El tono es menos hostil de lo habitual. El viernes por la mañana, activistas medioambientales intentaron bloquear la junta general de accionistas de TotalEnergies organizada en París, antes de ser evacuados por la policía. Sin embargo, el gobierno no aplastó a los militantes movilizados. Al contrario. Desde su viaje a la Côte d’Or con motivo del Día de la Naturaleza, Elisabeth Borne sintió que los «activistas climáticos» estaban «en su papel de alerta». Y aprovechó el evento para presionar también al grupo acusado de «lavado de manos».

“Esto también es lo que está haciendo el gobierno. Todos debemos acelerar la transición ecológica”, así afirmó el presidente del Gobierno, al tiempo que reconoció de todos modos al gigante petrolero por haber “comprometido su transición hacia las energías renovables”.

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Unas horas antes, la ministra de Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher, había pronunciado un discurso similar, llamando a France Info a «distinguir entre forma y fondo». En la forma, por supuesto, estas iniciativas “crean desorden en el orden público”. Pero sobre el fondo, por lo tanto, lo importante es “la cuestión planteada por estas acciones”. Y esa es “una muy buena pregunta”.

Las empresas actualmente posicionadas en el sector del petróleo y el gas deben “reinventarse”, prosiguió el miembro del Gobierno, y “trazar estas trayectorias de salida de los combustibles fósiles”. De lo contrario “no tendrán futuro”. Es lamentable, sin embargo, que la pregunta surja bajo esta «expresión desorganizada, incluso cuando los activistas han planteado el debate dentro de la AG». “No estoy seguro de que el debate en la calle aporte mucho”, concluyó la ministra.

A Sandrine Rousseau, por su parte, le costó disimular su entusiasmo viendo imágenes en directo en el plató de BFMTV/RMC. «¡Gracias, gracias por hacerlo!», lanzó la ecofeminista, convencida de que todo esto «alerta a la opinión pública».

“Gracias a ellos por estar ahí, volvió a insistir. Gracias a ellos por denunciar la hipocresía en torno a estas empresas que tienen hermosos discursos, que tienen folletos brillantes que hablan de desarrollo sostenible en cada esquina del párrafo», pero «atracándose con la energía de la crisis». La diputada no minimizó sus ataques contra ellos, criticando a “estas personas” por no tener “ningún tipo de moralidad, ningún tipo de consideración por los demás y por el clima”.

Mientras estallaban las primeras tensiones entre activistas y policías, Sandrine Rousseau también condenó el dispositivo de orden y consideró «que pudimos haberles dejado ocupar y mover esta AG». “Además, ahí, la violencia que se ejerce (…) demuestra cuánto queremos proteger los intereses económicos más que el clima, y ​​eso, francamente, no son imágenes a la altura de la situación”, formuló además.