Benjamin Morel es profesor de derecho público en la Universidad de París II Panthéon-Assas.
LE FÍGARO. – Élisabeth Borne presentó este miércoles por la mañana su programa de gobierno para los próximos meses, que supone materializar la intención mostrada por Emmanuel Macron, durante su discurso del 17 de abril, de entrar en «100 días de apaciguamiento» y «d’ stock». ¿Cómo ve usted esta declaración en sustancia y forma?
Benjamín Morel. – Mi mirada corre el riesgo, y me disculpo, de ser bastante cruel. De hecho, es la agenda de un gobierno obstaculizado. Si miras de cerca, los sitios abiertos no son de ninguna manera innovadores. Son los mismos temas que se arrastran desde 2017 y cuyo arreglo ya debería haber permitido salir de la crisis de los chalecos amarillos, luego de la crisis del Covid… La reanudación de estos temas es en sí misma un reconocimiento de fracaso. . Pero, y esto es quizás aún más grave, lo que ha cambiado es la ambición de tratarlos. La mayoría de los anuncios se limitan a vagas declaraciones de intención o medidas esencialmente regulatorias.
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Ciertamente tenemos el anuncio de algunos proyectos de ley, como el de la industria verde o la tecnología digital, pero tanto para decir que no hace un programa de gobierno. Emmanuel Macron anunció los 100 días, pero parece más una guerra falsa. Se trata de dar la sensación de actuar sobre temas fundamentales, mientras que uno permanece pistola en el pie a la espera de que suceda algo, lo que podría conducir a una evolución favorable de la situación.
El Primer Ministro no dijo nada concreto sobre los salarios y el poder adquisitivo. ¿Debería verse esto como una forma de fin de ciclo para el ejecutivo?
El Primer Ministro ha devuelto la responsabilidad de las negociaciones a los interlocutores sociales en materia laboral. En realidad es algo bastante bueno. Cuando sabemos que se les impuso la reforma del Código del Trabajo en 2017, que apenas fueron consultados y que la mayor parte del texto fue pasado por ordenanza… entendemos que pasamos de Júpiter a Vulcano, luego a Saturno encerrados en el Tártaro. El Gobierno se ve ahora obligado a esperar que los interlocutores sociales logren ponerse de acuerdo para no tener que legislar, de lo que se siente incapaz. En cuanto al poder adquisitivo, la lógica es la misma. El gobierno devuelve a las empresas la tarea de subir los salarios.
Cabe señalar que el Estado también es empleador y que si tuviera una voluntad real podría aumentar el índice de funcionarios públicos, que está estancado desde hace 10 años. Señalamos que allí también se trata de desviar la responsabilidad de la crisis de poder adquisitivo explicando que son los empresarios quienes tienen las palancas. Evitamos así las recriminaciones, al menos así lo esperamos, pero corremos el riesgo de mostrar impotencia. Sin embargo, nuestra crisis democrática es también una crisis de impotencia política. Este tipo de conversación es dañina. Si el político ya no puede actuar, hay que obligarlo a actuar a través de un hombre fuerte (esto es populismo), o esperar nada más de él, pero entonces, ¿por qué votar?
¿Cómo interpretar el aplazamiento de la ley de extranjería?
Allí nuevamente, de manera muy simple, se trata de reconocer una ausencia de mayoría. Este es el punto culminante de los últimos meses del que los franceses, acostumbrados al presidencialismo, quizás aún no se han dado cuenta lo suficiente. El presidente no puede hacer mucho sin una mayoría, ni tampoco su gobierno. Sin embargo, Les Républicains no solo no son un socio confiable, sino que la mayoría relativa del Ensemble está muy dividida. Este es tanto más el caso en este tema. Durante los últimos cinco años, surgieron las primeras y quizás las más profundas fracturas en la ley de Collomb. Si el gobierno se obstinara en este texto, debería aprobarlo en las condiciones de la LR. Sin embargo, su banda izquierda obviamente no está preparada para ello.
Cabe recordar que es Sacha Houille quien preside la Comisión Jurídica. Es en el centro-izquierda donde se escuchan con mayor claridad los rumores de la salida del grupo mayoritario… De nuevo aquí, este texto refleja, pues, el profundo sentimiento de impotencia. Cabe recordar que si el gobierno utilizó el artículo 47-1 sobre pensiones, no fue principalmente para poder utilizar los plazos propios de un PLFSS. El objetivo es esencialmente guardar en el bolsillo un artículo 49 inciso 3 que él cree que necesita para la ley de inmigración… Este 49 inciso 3, todavía lo tiene en el bolsillo, pero la reforma de pensiones ha puesto tanto al país en tensión de que es inservible y que el proyecto de ley que justificó el gran disparate procesal sobre las pensiones debe posponerse hasta el otoño; es decir, en cuanto a la agenda parlamentaria, sine die.
El Primer Ministro, por su parte, insistió en el calendario. ¿Pero la crisis en Francia no es más un problema político que un problema de agenda?
Por supuesto, los dos están vinculados para el ejecutivo. Este último tiene primero un problema de mayoría, luego de relación con la opinión pública. Para intentar solucionar este problema, necesita pasar página en la reforma de las pensiones. La preocupación, obviamente, es que para pasar una página, tienes que abrir otra.
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Pero, ¿y si nadie quiere trabajar contigo en otro proyecto? El ejecutivo trata entonces de proyectarse en proyectos esperando que a fuerza de invocar ectoplasmas de reformas, suficiente gente crea en ellos para darles la oportunidad de suceder. Uno podría afligirse por tal estrategia, pero ¿qué más podría hacer hoy?