Bruno Le Maire pone el lateral izquierdo. Invitado el martes por la mañana en BFMTV, el ministro de Economía tronó que los franceses estaban «hartos del fraude». “No tienen ningún deseo de ver que la gente pueda beneficiarse de la ayuda, enviarlos de vuelta al Magreb o a otro lugar, cuando no tienen derecho a ello. No está hecho para eso, el modelo social”, ha querido recordar. En la izquierda, muchos lo vieron como un intento de estigmatizar. “Entre compatriotas musulmanes o nativos, como yo, del Magreb, prepárense. Como distracción, el gobierno anuncia a través de la voz de Bruno Le Maire una nueva campaña para señalarlos con el dedo. Sangre fría”, advirtió Jean-Luc Mélenchon en Twitter el martes.

“Movilizar los prejuicios racistas para evitar recordar que el fraude social es esencialmente culpa de los empleadores y la evasión fiscal es inconmensurable. La extrema derecha llena peligrosamente el vacío de gobierno”, lamentó también Olivier Faure, primer secretario del PS. “Día 1 de los 100 días de apaciguamiento: aplanar los prejuicios xenófobos”, subrayó también el líder de los diputados socialistas Boris Vallaud.

Entre los Insoumis, la presidenta del grupo LFI, Mathilde Panot, también denunció la “gran cadena”. “No apagarás la ira social sembrando el veneno de la división. Ahora sabemos que su decadencia moral se suma al vacío político. El 1 de mayo el pueblo unido te contesta en la calle”, tuiteó. El diputado ecologista Aurélien Taché, por su parte, consideró que los franceses «están sobre todo hartos de que gente como Bernard Arnault, el hombre más rico del mundo, pida la nacionalidad belga para no pagar más impuestos en Francia». “Entendieron que estás ahí para crear una distracción”, lanzó al discurso de Bruno Le Maire.

El Presidente de la República prometió, durante su discurso de la noche de este lunes, «reforzar el control de la inmigración ilegal», al tiempo que brindó «fuertes anuncios a partir del mes de mayo» contra la delincuencia y el fraude social y fiscal.