Si la psiquiatría sigue siendo el pariente pobre de la salud en Francia, la situación de la psiquiatría infantil es aún peor. Entre 750.000 y 850.000 niños y adolescentes se benefician de la atención cada año, de aproximadamente 1,6 millones de niños que padecen trastornos mentales. En aumento desde el Covid, estos trastornos abarcan un amplio rango que va desde síntomas de ansiedad hasta depresión, pasando por trastornos anoréxicos o pensamientos suicidas. En cuestión una «oferta asistencial saturada» y «carreras de posgrado demasiado escasas», alerta el Tribunal de Cuentas en un informe publicado este martes.

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Sin embargo, es fundamental detener los problemas de forma temprana para evitar que empeoren: el 35% de las patologías psiquiátricas del adulto comienzan antes de los 14 años, el 48% antes de los 18 y el 62,5% antes de los 25 años. Por lo tanto, implementar una política de prevención es un problema de salud pública, pero también un problema económico importante. De hecho, el coste de las enfermedades mentales es elevado, en torno a los 600.000 millones de euros, o el 4 % del PIB en los países de la Unión Europea, y los 81.300 millones de euros en Francia (3,7 % del PIB).

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La principal causa de esta situación es la falta de atractivo de la profesión de psiquiatra infantil, cuyo número ha disminuido un 34% entre 2010 y 2022, pasando de 3.113 a 2.039. En la ciudad, los médicos generales o especialistas aún desconocen demasiado las características de los trastornos mentales de los niños y adolescentes y, por lo tanto, “todavía no desempeñan suficientemente su papel como puerta de entrada al curso de la atención”, señala la Corte. Saturados, los centros médico-psicológicos no pueden responder en plazos cortos. Y en el hospital, “la llamada política de ‘turno ambulatorio’, que sustituye la hospitalización a tiempo completo por el tratamiento ambulatorio, ha tenido el efecto de reducir el número de camas un 58% en diez años”.

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Además, la oferta de atención no tiene suficientemente en cuenta la diversidad de trastornos y factores de riesgo, aunque estos varían mucho, en particular según los factores psicosociales. “Algunos de los pacientes seguidos en los centros médico-psicológicos sólo padecen trastornos leves, en detrimento de la atención de niños que padecen trastornos más graves”, lamenta el Tribunal. Finalmente, mientras Francia está en el promedio de los países europeos en términos de acceso a la atención de psiquiatría infantil, sigue siendo desigual según la región: en 2021 había en promedio 0,17 camas por cada 1000 habitantes menores de 18 años a nivel nacional, pero 8 departamentos no tenían ninguna. “dando lugar a denegaciones de ingreso y priorización de las situaciones más graves”, indica el informe.

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El gasto dedicado a la atención en psiquiatría infantil y juvenil en los establecimientos sanitarios en 2019 se estima en 1.800 millones de euros, concentrado en el sector público. Modestos, los gastos de la psiquiatría de la ciudad representan solo 23 millones de euros por año, mientras que representan 1 mil millones para los establecimientos sociales y médico-sociales.

Si el Gobierno lleva movilizándose desde 2018 a favor de la psiquiatría con su hoja de ruta para la salud mental, su actuación hasta ahora solo ha resultado en un «montón de planes de difícil lectura», lamenta la Corte. Para facilitar el acceso a la atención de niños y adolescentes, recomienda crear «centros de infancia y adolescencia» con un número de llamada centralizado, potenciando la formación de médicos y pediatras para que ‘puedan desempeñar un papel de cribado de primera línea, pero también potenciar el atractivo de la profesión mediante la promoción de cursos hospital-universitarios y el apoyo a la investigación.