La advertencia es seria. La Comisión Reguladora de Energía (CRE) y la Autoridad de Competencia (ADLC) alertan al gobierno sobre las consecuencias de la reforma del mercado eléctrico para los consumidores y proveedores alternativos. Las dos autoridades le enviaron una carta el 20 de diciembre, que se hizo pública el martes.
La CRE y la ADLC “desean garantizar que los términos de la reforma del mercado eléctrico creen inmediatamente condiciones justas de competencia entre EDF y sus competidores con el fin de optimizar las consecuencias para los consumidores”. En cuestión, el nuevo marco que está surgiendo en un mercado post-Arenh, este sistema que obliga a EDF a transferir 100 teravatios hora (TWh) de su producción de electricidad nuclear a 42 euros el megavatio hora (MWh) a proveedores alternativos. El Arenh finaliza el 31 de diciembre de 2025, sustituido por un nuevo modelo regulatorio.
El “precio medio de equilibrio” del MWh nuclear debería ser de 70 euros en quince años, a partir de 2026. Más allá de 78-80 euros por MWh, el 50% de las sumas adicionales recaudadas se devolverán al consumidor al final de la factura. luego 100% por encima de 110 euros. Un mecanismo que supuestamente protegerá a los consumidores de un aumento en los precios de la electricidad. Sin embargo, el regulador energético se pregunta cómo determina EDF la parte de sus ingresos atribuible a su producción nuclear. Un punto clave ya que este cálculo presagia esta redistribución.
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Ambas autoridades también plantean las posibles consecuencias de un sistema de este tipo para los proveedores alternativos. Cuestionan la transparencia y la falta de liquidez del mercado: “La presencia de un actor integrado (EDF), en una posición fuerte y duradera, porque no puede ser rivalizado por competidores en las fases iniciales, pero también presentes en las fases finales, requiere salvaguardias en términos de competencia.
Los proveedores alternativos corren el riesgo de enfrentar pedidos contradictorios. Por un lado, para beneficiarse de los precios de la electricidad más atractivos, deben celebrar contratos de tres a cinco años con EDF. Por otro lado, revenden esta electricidad a particulares que pueden cerrar la puerta en cualquier momento. Por lo tanto, en caso de una caída de los precios mayoristas, los proveedores alternativos corren el riesgo de no poder vender la electricidad que han comprado. La idea de establecer contratos con un período de compromiso para el consumidor acompañado de tarifas de terminación no ha tenido gran éxito entre el gobierno.
La CRE también quiere que los servicios comerciales de EDF no dispongan de información «privada» sobre la producción y las estimaciones de ingresos del parque nuclear. Sería necesario el establecimiento de una “muralla china” entre las actividades comerciales y las actividades de producción de EDF para preservar la competencia.
El proyecto de ley sobre soberanía energética actualmente en consulta retoma algunas de estas propuestas.