(Moscú) El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo el viernes que Rusia debería comenzar a producir misiles de corto y medio alcance previamente prohibidos, después de advertir a Washington del riesgo de una “confrontación directa” por las misiones de drones estadounidenses en el Mar Negro.
Esta semana, Rusia también culpó a Estados Unidos de un ataque el domingo en Crimea, península ucraniana anexada por Moscú en 2014, cometido según ella por Kiev utilizando misiles tácticos estadounidenses ATACMS con un alcance de 300 km, que dejó cuatro muertos y Más de 150 heridos.
Moscú ha prometido represalias por lo que considera una creciente participación de Washington.
Vladimir Putin, durante un encuentro retransmitido por televisión con altos funcionarios, estimó el viernes que su país debería “empezar a producir” misiles con un alcance de entre 500 y 5.500 kilómetros.
Estos estaban previamente prohibidos en virtud de un tratado de la época de la Guerra Fría con Estados Unidos que ahora expiró.
El presidente ruso afirmó que Estados Unidos había comenzado a utilizar este tipo de misiles durante ejercicios de entrenamiento en Dinamarca.
“Necesitamos responder a esto y tomar decisiones sobre lo que debemos hacer a continuación en esta área”, continuó, diciendo que Rusia decidiría “dónde” desplegar estas armas.
Washington se retiró en 2019 de este Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), alegando su incumplimiento por parte de Moscú. Rusia aseguró entonces que observaría una moratoria sobre la producción de tales dispositivos si los estadounidenses no los desplegaban a una distancia que les permitiera llegar a su territorio.
En los últimos años han terminado varios tratados de la Guerra Fría entre Washington y Moscú destinados a limitar la carrera armamentista nuclear y aliviar las tensiones en el punto álgido de su rivalidad.
Moscú considera que la asistencia prestada a Kiev en términos de armamento, recopilación de información de inteligencia e identificación de objetivos en territorio ruso convirtió a Estados Unidos y a sus aliados en partes en el conflicto, que el Kremlin relanzó en febrero de 2022 con una ofensiva a gran escala en Ucrania.
Los vuelos de drones estadounidenses en el Mar Negro “aumentan la probabilidad de incidentes en el espacio aéreo con aviones de las Fuerzas Aeroespaciales Rusas, lo que aumenta el riesgo de una confrontación directa entre la Alianza [Atlántica] y la Federación Rusa”, afirmó el Ministerio de Defensa ruso en una declaración.
Según Moscú, los drones estadounidenses se utilizan “para el reconocimiento y la designación de objetivos de armas de precisión suministradas a las fuerzas armadas ucranianas” por parte de Occidente.
El Kremlin asegura que los ataques con misiles ATACMS requieren especialistas, tecnologías e inteligencia recopiladas por los estadounidenses. El Pentágono sólo dijo el lunes que Ucrania “toma sus propias decisiones”.
Después de negarse durante mucho tiempo, por miedo a provocar una escalada, en las últimas semanas estadounidenses y europeos han comenzado a autorizar, bajo condiciones, ataques con armas occidentales de precisión en territorio ruso para destruir lugares y sistemas utilizados para bombardear Ucrania.
Los bombardeos rusos también continúan a diario en localidades ucranianas.
Cuatro civiles murieron y otros tres, entre ellos “una niña de ocho años”, resultaron heridos el viernes por la mañana durante un ataque en la pequeña ciudad de Nueva York, en el este del país, según la fiscalía regional.
También ocho personas resultaron heridas en una huelga en Járkov, la segunda ciudad del país, según anunció el gobernador Oleg Synegoubov.
Otro ataque dejó un muerto y seis heridos, entre ellos un bebé de siete meses, en Dnipro (centro-este), según el gobernador regional Serguiï Lyssak. Cuatro pisos de un edificio residencial quedaron destruidos, afirmó.
Estos ataques demuestran la necesidad de proporcionar “un escudo aéreo” a Ucrania, insistió el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, que está aumentando los llamamientos a sus aliados en este sentido.
Los combates de alta intensidad continúan en el frente, particularmente en el este, donde Rusia reclamó el viernes la captura de Rozdolivka, una aldea ubicada al norte de la devastada ciudad de Bakhmout.
Pero según Kiev, las fuerzas ucranianas están en mejor posición gracias a la llegada de armas occidentales, tras meses de bloqueo.
“La proporción de consumo de municiones era de 1 a 7 [a favor del ejército ruso], hoy es de 1 a 3”, dijo el viernes a la AFP una fuente del ejército ruso.
En el plano diplomático, Volodymyr Zelensky dijo el viernes que estaba trabajando en un nuevo plan para poner fin al conflicto, con el objetivo de que sea “apoyado por la mayoría” de los países del mundo. Pero también prometió seguir fortaleciendo las capacidades militares de su país para imponer una “paz justa” a Rusia.
Vladimir Putin propuso su propia solución: que Ucrania ceda cinco regiones del este y del sur y renuncie a unirse a la OTAN. Una petición de capitulación de facto, rechazada tanto en Kiev como en Occidente.