El Papa Francisco, de 86 años, reveló el domingo 30 de abril que padecía una “neumonía aguda” que motivó su hospitalización a finales de marzo, pero indicó que quería seguir viajando. “Sentí un fuerte dolor al final de la audiencia (del 29 de marzo), no perdí el conocimiento”, confió el Papa argentino durante una conferencia de prensa a bordo del avión que lo traía de regreso de su visita a Budapest (Hungría).
«Tenía mucha fiebre y (…) el médico inmediatamente me mandó internar», agregó. “El cuerpo respondió bien al tratamiento. Gracias a Dios puedo contarles al respecto”, agregó. El Papa pasó tres días en el hospital de Roma antes de ser dado de alta el 1 de abril después de un ciclo de antibióticos.
En su juventud, a los 21 años, Jorge Bergoglio padecía una pleuresía aguda y los cirujanos procedieron a extirparle parcialmente el pulmón derecho.
Este último incidente de salud fue objeto de una confusa comunicación que alimentó los rumores sobre la salud del Papa, anunciando inicialmente el Vaticano que se trataba de una hospitalización para exámenes programados, antes de indicar que el Papa sufría de bronquitis.
Consultado sobre sus próximos viajes, François confirmó su intención de ir a Lisboa a principios de agosto para las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) y luego a Marsella en septiembre, así como a Mongolia. “El horario [de los viajes planificados] me mantiene en movimiento”, bromeó.
La salud de Jorge Bergoglio, elegido en 2013, parece cada vez más frágil, en particular por el dolor de rodilla que le obliga a desplazarse en silla de ruedas.