Un tirador abrió fuego en un campus de Las Vegas, hiriendo a varias personas, antes de ser encontrado muerto, dijeron la policía local y la universidad, situada a un paso de los principales casinos de la ciudad estadounidense. “El sospechoso ha sido localizado y ha fallecido”, escribió en X (antes Twitter) la policía de Las Vegas, que había escrito previamente para intervenir en busca de “elementos preliminares que indiquen un tirador en acción en el campus”. “Según nuestros investigadores en el lugar, tres víctimas murieron y otra se encuentra en estado crítico”, explicó.

El sistema de alerta de la Universidad de Nevada en Las Vegas había informado de tiroteos en el campus y pidió a todos «evacuar la zona», situada a dos kilómetros de la famosa «strip» de esta inmensa ciudad del oeste americano conocida por sus casinos. Después de que la policía declaró terminado el evento, la universidad pidió a todos que «entraran» para que la policía pudiera «evacuar los edificios uno por uno».

En 2017, la capital mundial del juego experimentó una de las peores masacres con armas de fuego en el país. Un hombre abrió fuego desde el piso 32 de un hotel contra una multitud que asistía a un concierto de música country, matando a 58 personas e hiriendo a cientos, antes de suicidarse. Estados Unidos está pagando un precio muy alto por la proliferación de armas de fuego en su territorio y la facilidad con la que los estadounidenses tienen acceso a ellas.

El país tiene más armas individuales que habitantes: un adulto de cada tres posee al menos un arma y casi un adulto de cada dos vive en una casa donde hay un arma. La consecuencia de esta proliferación es la altísima tasa de muertes por armas de fuego en Estados Unidos, incomparable con la de otros países desarrollados.

Alrededor de 49.000 personas murieron por disparos en 2021, frente a las 45.000 de 2020, que ya fue un año récord. Esto representa más de 130 muertes por día, más de la mitad de las cuales son suicidios. Sin embargo, son las tragedias con muchas víctimas las que más marcan la mente de la gente, al tiempo que ilustran la brecha ideológica que separa a conservadores y progresistas en la cuestión de cómo prevenir tales tragedias. De hecho, la historia reciente de Estados Unidos está salpicada de asesinatos, sin que ningún lugar de la vida diaria parezca seguro, desde el negocio a la iglesia, desde el supermercado a la discoteca, desde la vía pública al transporte público.