«Lo que está sucediendo es un MeToo al estilo francés». Laure Calamy no lo duda ni un segundo: la tormenta Depardieu que azota Francia sería de la magnitud de la que azotó Hollywood en 2017 y provocó la caída del todopoderoso productor Harvey Weinstein. Invitada el martes por France Inter, la actriz quiso en primer lugar brindar su apoyo a las mujeres que contaron su mala experiencia con Gérard Depardieu. “Cuando vemos la dificultad de presentar una denuncia, especialmente contra un hombre poderoso”, dice. Las declaraciones del Presidente de la República son un desaire ante la valentía demostrada por estas mujeres”. “La justicia hará su trabajo”, añade. Pero es importante unirnos y apoyar esta expresión, esta valentía”.
Una reacción, una más en la “puerta Depardieu”. Un caso que se aceleró tras la emisión a principios de diciembre del episodio «Complément d’investigation» donde vemos al actor, objeto de tres denuncias por agresión sexual o violación -que él mismo niega-, multiplicando sus comentarios misóginos.
Laure Calamy es una de las firmantes de un texto titulado Discurso al Viejo Mundo, publicado el domingo en el sitio web Mediapart. “Varias mujeres han tenido el coraje de testificar, por eso muchas otras siguen guardando silencio, demasiado devastadas o por miedo: esto no tiene nada que ver con el arte. Debemos admitir que podemos dejarnos vencer por la gracia ante la cámara y comportarnos en la vida como un depredador peligroso”, podemos leer en esta columna que reúne, entre otros, a Marilou Berry, Fanny Cottençon, Jean-Xavier de Lestrade. , Anouk Grinberg, Clotilde Hesme, Alex Lutz, Anna Mouglalis o Colombe Schneck. “El arte no morirá si Gérard Depardieu reconoce el daño que ha hecho y pide disculpas”, dicen en respuesta al texto de apoyo al actor publicado el 25 de diciembre en Le Figaro, que afirma que al atacarlo, “es arte que estamos atacando”.
Desde la publicación de esta columna en nuestras columnas, las reacciones se han multiplicado en el landerneau del cine francés. Algunos artistas han tomado la pluma para señalar la cobardía y la indiferencia de un “viejo mundo”. La división, por tanto, parece irreductible entre los pro y los anti-Depardieu, pero también y sobre todo entre dos generaciones.
De hecho, además del “Discurso al Viejo Mundo”, hay otras dos opiniones contrarias difundidas en los medios de comunicación. El primero, publicado por el colectivo Cerveaux (no disponible en el blog Mediapart), recogió 8.000 firmas en 48 horas. Corinne Masiero, Médine, Léna Situations y Guillaume Meurice, están entre quienes validaron este texto donde podemos leer: “Estamos aquí para recordarles que el arte no tiene por qué ser hecho por ídolos fuera de la realidad, el arte no está al lado de caprichos estelares. Art se niega a someterse a su sistema. La producción de arte no es una abstracción situada fuera de la dinámica social”.
La misma alerta se lanza en la columna publicada en Libération: “Los monstruos sagrados no existen. Sólo hay hombres corrientes a quienes se les han concedido todos los derechos. (…) La Francia que nos enorgullece no lucha por el derecho a molestar, está del lado de las presuntas víctimas. (…) Somos artistas, escritores, productores, personalidades del sector cultural, pero sobre todo somos ciudadanos y rechazamos la perspectiva de la inmunidad artística”, explican artistas como Lucie Lucas, Muriel Robin o Thomas Jolly. Una evocación apenas disimulada de los comentarios de Emmanuel Macron en el programa “C à Vous”. El Presidente de la República insistió en la presunción de inocencia de la que Depardieu debe beneficiarse como todos los demás. Antes de decir: “Hay una cosa en la que nunca me verás y es en cacerías humanas. Odio eso.»
Un sentimiento compartido por Myriam Boyer, firmante de la plataforma de apoyo a Gérard Depardieu. “No firmé para apoyarlo por lo que hizo. Pero los linchamientos me vuelven loco. Y por una buena razón: estaba casada con un hombre llamado John Berry que fue víctima del macartismo. Entonces sé lo que es estar en tiempos en los que una sociedad puede equivocarse gravemente”, explica la actriz. Y luego para dar cierta legitimidad a sus palabras: “Como feminista creo que puedo recuperarlo, porque soy feminista desde el principio, y en mi vida he dado todas las pruebas de ello”.
A diferencia de Myriam Boyer, varios firmantes de la plataforma pro-Depardieu – alrededor de las diez de la tarde del martes – han confiado desde entonces su malestar, a veces han expresado su pesar o incluso han pedido la retirada de su firma, como Nadine Trintignant. Después de Carole Bouquet, Yvan Attal, Charles Berling, Roberto Alagna, Pierre Richard, Jacques Weber lamentó el lunes su “ceguera”. “Como reflejo de amistad, firmé apresuradamente, sin preguntar”, dice el actor y director. Sí, firmé, olvidándome de las víctimas y del destino de miles de mujeres en todo el mundo que sufren una situación aceptada durante demasiado tiempo”. Antes de rendirse ante la nueva generación: “Si éramos culpables de aceptar comportamientos que ahora son inaceptables en los platós de cine y teatro, entonces sí, fui culpable”.
Una rendición, al menos un arrepentimiento compartido por Patrice Leconte, que admitió el martes en LCI: «Me arrepiento de haber firmado». El director de Maigret confió su enfado hacia “la cohorte, la manada, el rebaño que da su opinión sobre todo, todo el tiempo”. “Lo único que puedo contarles es lo que vi, lo que experimenté con él. Sé que no es ejemplar, estuvo en el set de mi película pero no es ejemplar todo el tiempo”, comenta. Antes de concluir: “Gérard Depardieu no volverá a hacer cine… ¡ay!”