David Desgouilles es columnista de Marianne. Ha publicado Dérapage (ed. du Rocher, 2017) y Their Lost Wars, (ed. du Rocher, 2019).
LE FÍGARO. – Emmanuel Macron respondió preguntas de los lectores de la revista Pif. ¿Cómo interpretar esta operación de comunicación en pleno cabreo social contra su reforma de pensiones?
David DESGOUILLES. – Observo que el Presidente de la República se dirige a todos, menos al pueblo trabajador. La semana pasada, apareció en los diarios de la 1 p. m., seguido principalmente por jubilados. En esta ocasión está dirigido a los niños. Sin embargo, los activos se oponen masivamente a su reforma de pensiones (93% en una encuesta reciente). ¿Sería una exageración ver esto como una estrategia de evasión?
Agregaría que Emmanuel Macron ahora muy a menudo se las arregla para no tener una contradicción firme y resuelta frente a él. El año pasado no pudo evitar el tradicional debate de la segunda vuelta en el que también sabía que allí encontraría a una Marine Le Pen jugando en defensa, escaldada por la de 2017. Pero rechazó cualquier debate durante la campaña de la primera vuelta. Este hombre bastante abierto a la polémica y al intercambio frontal, en la primera parte de su carrera política, parece hoy enroscado en sí mismo, evitando ser puesto en aprietos por personas hostiles. Podríamos ver cautela o el deseo de proteger la oficina presidencial. Pero también podemos ver el miedo, simplemente.
¿Te parece relevante?
El riesgo es que los franceses lo interpreten como evitación, y miedo, precisamente. Incluso ellos lo toman como arrogancia. El presidente de la República, sus ministros, así como los diputados de su campo han sido acusados de practicar la infantilización, en particular durante la crisis sanitaria. En el tema de la reforma previsional, solo tienen en la boca la palabra «pedagogía», como si fuera tan difícil hacer entender sus nobles proyectos a una población ignorante, olvidando que discrepar a sabiendas es simplemente parte del contrato democrático. Ir a hablar con los niños es enviar esa señal de círculo completo: «Papá está hablando con los niños». El problema es que también sirve como recordatorio de que, a diferencia de la mayoría de los activos con los que se niega a hablar, nunca crió hijos. Se alimenta así el proceso de desconexión de la vida real. Claramente, en el simple nivel de “com”, esta iniciativa no me parece bien recibida.
El Pif, personaje emblemático de la prensa juvenil, fue creado en 1948 por el dibujante español José Cabrero Arnal para el diario comunista L’Humanité. ¿La revista Picsou habría estado más en sintonía con el ADN macronista?
No hay duda de que Éric Woerth o la Inspección de Hacienda no le contradirían. Pero la crisis sanitaria y el «cueste lo que cueste» han quedado ahí. Me pregunto si Balthazar Scrooge habría validado la idea de pagar las cuentas ficticias de restaurantes, cines, teatros y otras tiendas «no esenciales» durante meses.
Y aquí apuntamos al principal escollo de su reforma de pensiones. La mayoría de los franceses han visto muy bien que Emmanuel Macron supo conseguir “dinero mágico” cuando decretó la necesidad del mismo. Y llevará tiempo olvidarlo.