Benjamin Weisz es presidente de la Asociación Francesa de Diplomáticos Profesionales.
El 2 de junio de 2022, cientos de funcionarios del Ministerio para Europa y de Asuntos Exteriores participaron en una huelga histórica para protestar contra las dramáticas consecuencias de la reforma de la alta función pública en el futuro de la diplomacia francesa. Es este electrochoque el que llevó a nuestras autoridades a decidir sobre la organización de los estados generales de la diplomacia, con el fin de hacer un diagnóstico claro de la profunda crisis que sufre la diplomacia francesa y las soluciones a aportar para evitar su desaparición.
Un an plus tard, le travail remarquable mené par l’équipe des états généraux, qui a démontré la perte de sens et le découragement profond des diplomates face à la remise en question de la diplomatie professionnelle, n’a malheureusement pas permis d’inverser la tendencia. Ninguna de las recomendaciones del informe de 300 páginas presentado en marzo aún se ha implementado. Las cuatro prioridades muy generales de carácter político que se han fijado desde entonces no pueden sustituirlas.
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Además, se han enviado muchas señales alarmantes a los agentes de este ministerio, dando la impresión de una aceleración de la descomposición de nuestro ministerio. No se ha iniciado la mejora de las condiciones de trabajo central y de expatriación, en particular para el personal de categoría B y C. La llamada evaluación anual “360 grados”, una herramienta crucial que el MEAE es el único ministerio que ha implementado para prevenir abusos gerenciales, ha sido pospuesta. La realización de ciertos concursos internos recientes ha sido ilustrada por una total falta de consideración de la experiencia adquirida. El tiempo dedicado exclusivamente a la formación no ha aumentado, a pesar de un nuevo cambio de nombre de la institución responsable de la misma. El compromiso de nuestras autoridades de crear 700 nuevos puestos de trabajo no se ha traducido en un aumento en la contratación de diplomáticos profesionales ni en un fortalecimiento de los sectores más necesitados en el MEAE. Las crecientes tensiones en el ministerio están provocando un bloqueo sin precedentes del diálogo social.
Además, una parte considerable de las energías y esfuerzos presupuestarios se han centrado durante los últimos seis meses en los esfuerzos multifacéticos realizados para persuadir a los diplomáticos de categoría A (asesores de relaciones exteriores y ministros plenipotenciarios) para que opten por el nuevo órgano interministerial de administradores. de Estado. Sin embargo, el decreto publicado hace unos días mostró que dos tercios de ellos no estaban convencidos, en particular debido a las muchas incertidumbres que rodean a este nuevo cuerpo heterogéneo de altos funcionarios intercambiables; algunos incluso han dejado en claro su intención de permanecer en el cuerpo diplomático (llamado «extinto») para permitir que la diplomacia profesional sobreviva para una reconstrucción posterior.
La diplomacia francesa se encuentra en una encrucijada: o se trata de ampliar la brecha y la desconfianza entre los agentes aumentando la burocracia ligada a la creciente interministerialización y centralismo, en una lógica obsoleta y retrógrada, o de reconstruir la cohesión del ministerio en torno a sus profesiones y el empoderamiento de los agentes para salvaguardar la herramienta diplomática francesa y fortalecer aún más su agilidad, creatividad e influencia. Hoy es claro que la recuperación no ha comenzado y que la regresión continúa.
No es demasiado tarde para restaurar el servicio público y la actividad soberana que constituye la diplomacia.
Los Estados Generales redactaron observaciones e hicieron numerosas propuestas. Se trata de implementarlos sin demora y de construir la diplomacia no contra los diplomáticos, sino con los diplomáticos. Entre los temas clave planteados por los Estados Generales, podemos destacar: el fortalecimiento de la capacidad de dirección interministerial del MEAE en temas globales; la reafirmación del papel rector de la acción exterior del Estado en el exterior; mejorar la progresión profesional asegurando perspectivas basadas en el mérito y las habilidades; la mejora de la situación de los agentes de derecho local.
Cualquier otra trayectoria conducirá a un paulatino debilitamiento de nuestro poder diplomático, con graves consecuencias a largo plazo para el futuro de nuestra nación, en momentos en que las demás potencias, a veces hostiles a nuestros intereses, trabajan para fortalecer su cuerpo diplomático tanto en tanto en términos numéricos como en términos de atractivo y formación.
La asociación de diplomáticos profesionales proseguirá incansablemente su labor de seguimiento, defensa y propuestas para promover la diplomacia francesa, en un mundo en el que el lugar de Francia depende más que nunca de nuestra capacidad de actuar y pensar de forma colectiva y solidaria.