Harry Potter, Friends o Tim Burton: muchos fenómenos de la cultura pop, revisitados a través de exposiciones inmersivas, recorren el mundo para encontrarse con un público cada vez más numeroso y exigente. Desde la exposición Titanic hace 20 años, se han desplegado eventos que combinan el mundo de la ficción popular y las experiencias inmersivas (una forma de exhibición que reúne diferentes herramientas técnicas de narración, visuales, sonoras y en ocasiones olfativas) y baten récords de asistencia.
Esconderse en el armario bajo las escaleras del primero, sentarse en el sofá de Central Perk, como el segundo, o explorar el universo de Eduardo Manostijeras… Estas experiencias de inmersión “funcionan especialmente bien”, apunta Julie Escurignan, profesora-investigadora especializada en el estudio de los aficionados y la industria cultural. La evolución de las tecnologías «permite hacer cosas mejores a precios razonables», y por tanto producir más eventos del género, apunta también Tom Zaller, director general de Imagine Exhibitions, en el origen de Harry Potter, la exposición, que llegó a París el finales de abril.
Desde Estados Unidos hasta Europa, esta última es la quintaesencia, con más de 150.000 entradas vendidas antes de su estreno en Viena, Austria, y «más de 175.000» el día antes de su llegada a París. Lo mismo ocurre con El laberinto de Tim Burton, cuyo escenario madrileño acogió a «casi medio millón de visitantes». Un mes antes de su estreno en París, el 19 de mayo, se habían agotado «casi 50.000 entradas y todas las entradas premium», según Iñaki Fernández, director general de Let’s go, productora del evento.
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Este éxito se debe, para Julie Escurignan, al apetito cada vez más marcado de los aficionados por las experiencias innovadoras: “no son consumidores como los demás. No solo ven una serie o una película. Les gusta ir más allá, vivir experiencias relacionadas con este universo”. Los productores asumen apropiarse de fenómenos existentes porque “las conexiones ya están hechas” con el público.
“No hubiéramos vendido tantas entradas si hubiéramos hecho una exhibición sobre magos en general. La gente tiene una conexión real con Harry Potter”, añade Tom Zaller. Otro motivo de este éxito: la escasez de lugares dedicados específicamente a estos universos y sus fans. «Una exposición en París permite que un francés que no tiene los medios para ir a Londres o Orlando (en parques temáticos o estudios de cine, nota del editor) tenga acceso a este universo», sostiene Julie Escurignan.
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Invitado a colaborar en una exposición sobre su arte, Tim Burton «abrió de inmediato sus colecciones personales» y confió «más de 180 obras originales con personajes que aún no existen», asegura Sandrine Marrel, directora de desarrollo de Caramba Culture Live, ejecutiva productor de El laberinto de Tim Burton en Francia. Para ella, el aspecto “intergeneracional” también es central. Los más pequeños se “hunden en el universo de referencia, película a película”, gracias a numerosos decorados y efectos sonoros y visuales. Los adultos encuentran en las paredes “un universo más clásico con dibujos originales, cuadernos de Tim Burton”.
Pero con una entrada generalmente entre 20 y 25 euros, más cara que los museos tradicionales, “nos esperan a la vuelta porque los universos son conocidos, reconocidos y adorados”, coincide Sandrine Marrel. De ahí la importancia de «poner un marco que dé vida al objeto, y no exhibirlo como una simple pieza de museo», completa Tom Zaller, refiriéndose al traje de Lord Voldemort (el mago oscuro de la saga de Harry Potter) que se muestra. en una habitación oscura, rodeado de otros objetos y animaciones sonoras.
Lo que atrae a los visitantes pero no vacía las galerías tradicionales. Para Iñaki Fernández, “el debate entre alta y baja cultura está superado y podría trasladarse a los musicales y al teatro: un género no excluye al otro. Pueden ser complementarios.