Lejos de los ojos, cerca del corazón de los aficionados, Jean-Jacques Goldman se ha convertido en un icono inexpugnable, como muestra un libro del historiador Ivan Jablonka, publicado en una Francia que aún puede ser arrebatada por una canción de los 80.
El viernes aparece el ensayo de Goldman, donde el académico se interesa por las razones por las que la cantante de Camino solo experimentó una repentina popularidad, y la mantuvo con el paso de las modas. «Goldman se ha vuelto consensuado», dijo el autor a la AFP. No siempre ha sido así. “Fue vilipendiado por la prensa intelectual de izquierda en los años 80. Había cientos de miles de personas que acudían entonces a sus conciertos, pero para otros representaba la blandura política, el capitalismo cultural, la mediocridad artística”.
Michel Sardou, de la misma generación nacida después de la guerra, fue otro objetivo de esta intelectualidad francesa. En el centro durante una semana de una controversia nacida de los comentarios de la cantante Juliette Armanet sobre Les Lacs du Connemara (1981), que ella encuentra «sucios» y «de derecha», Sardou es más divisivo. Pero en esta polémica adoptó una postura muy goldmaniana: dejar hablar a la gente.
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Jean-Jacques Goldman, que ha estado huyendo de los medios durante veinte años, está marcado a la izquierda. “Totalmente consciente de su familia política, con una fuerte tradición familiar, la implicación de su padre en la Resistencia, y un medio hermano (Pierre) que fue una figura de la extrema izquierda”, detalla Ivan Jablonka. Si hay una lección que aprender de Goldman es que para el historiador la canción es política. El autor llega a hablar de “goldmanismo”. Aporta una tradición socialdemócrata, cercana a la sensibilidad del escritor británico George Orwell o del ex primer ministro Michel Rocard, hecha de atención a los más débiles, respeto a las diferencias culturales y el ideal de fraternidad humanista. “La pregunta que me hice es: ¿por qué el fin del goldmanismo?”, explica el historiador.
Jean-Jacques Goldman, de 71 años, lo precipitó por su negativa al sistema de celebridades nacidas con Internet. “Vivimos en un régimen de ultravisibilidad, con las redes sociales, la caza de likes, influencers, etc. ¿Podemos imaginar a Goldman en esta nueva situación? Ciertamente no”, dice el autor del ensayo. Si no buscó conocer a la cantante, la autora de Laëtitia o el fin de los hombres, Premio Medici 2016, pidió consultar sus archivos. «En vano, porque no tenía respuesta», remarca.
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El libro se basa en cambio en entrevistas concedidas por el cantautor, donde redescubrimos su modestia natural, y su manera amable de exponer sus convicciones. Su llegada a las librerías mostró el rating de amor que guarda la que ha sido 12 veces «personalidad favorita de los franceses» (encuesta anual Ifop para el diario dominical).
La portada del semanario Le Point dice: «Cuando Francia se amaba: los años de Goldman». Sobre la del diario Le Parisien: “Por qué Goldman siempre fascina”. Y para L’Obs, clasificado a la izquierda, «un ensayo cautivador» sobre un artista «que es un hermoso enigma por resolver».
“A todos y cada uno su Goldman”, apunta el historiador. El suyo es doble. Ante los escépticos, «Goldman ganó con la música que inventó: el pop rock, esa mezcla de rock, pop y canción de texto, que hoy influye en la vanguardia de los jóvenes artistas», cuya Juliet Armanet.
Y acompañó una evolución hacia una sociedad francesa menos sexista, menos racista. “En la década de 1980, la audiencia de Goldman estaba mayoritariamente compuesta por chicas jóvenes de clase trabajadora o suburbana, a quienes les ofreció un modelo y, más allá de eso, un camino hacia la emancipación”, según Ivan Jablonka. Que lo admite sin dificultad: él también era hincha, y lo sigue siendo.