El jueves no se ha tomado ninguna decisión sobre la suerte de los libreros de segunda mano de París y sus cientos de cajas verdes que deben ser trasladadas antes de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos: la Prefectura de Policía dejará tiempo para el «diálogo» y las pruebas de viabilidad.
El jueves por la tarde se celebró en la Prefectura de Policía una reunión tripartita de más de dos horas de duración entre libreros de segunda mano, el Ayuntamiento de París y el Estado, «en un clima tenso» para algunos, con «discusiones algo animadas» para otros. En el centro del intercambio está el desmantelamiento, almacenamiento y reinstalación de cerca de 600 de las 900 cajas de “vagones verdes” anunciadas por la Prefectura de Policía en una carta dirigida a los libreros de segunda mano el 25 de julio.
Se considera que estas cajas, colocadas en el parapeto que domina los muelles del Sena en el centro de la capital y que contienen libros de segunda mano, recuerdos y otras curiosidades, representan una cuestión de seguridad en el contexto de la ceremonia de apertura de los Juegos, que tendrá lugar en el Sena el próximo verano. A la espera de emitir un decreto, «el prefecto de policía acordó que se realicen pruebas en tres o cuatro cajas» de facturas diferentes para evaluar la viabilidad del traslado. También se comprometió a “revisar la linealidad” de las cajas a trasladar para posiblemente reducir la lista, explicaron los interesados.
Sobre todo, permitió “renovar el diálogo necesario, que era el objetivo del encuentro”, afirmó a la salida el diputado del ayuntamiento encargado de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, Pierre Rabadan. «La ciudad está muy interesada en los libreros de segunda mano y en su patrimonio histórico», pero también tiene en cuenta «las limitaciones de seguridad que exigen la toma de decisiones por parte del prefecto de policía», subrayó Laurent Núñez. Para los libreros, para quienes hay “tantos escenarios como cajas”, estas pruebas serán una oportunidad “de demostrar la validez de (sus) argumentos”: la diversidad y complejidad de las estructuras de las cajas, vigentes para a veces un siglo, hacen imposible la operación, según Pascal Corseaux, vicepresidente de la asociación cultural de libreros de segunda mano de París.
Presentes en el entorno parisino desde hace 450 años, los libreros de segunda mano codician la inscripción en el Patrimonio Mundial de la UNESCO, concedida ya a las orillas del Sena en 1991.