Más que una escultura, La Paloma de la Paz, obra del fallecido artista colombiano Fernando Botero, fallecido el viernes, es a la vez un emblema de la historia reciente del país y un rehén de sus profundas diferencias políticas. En septiembre de 2016, cuando Colombia estaba a punto de firmar un histórico acuerdo de paz con las guerrillas de las FARC, alguna vez el grupo rebelde más poderoso de América, Fernando Botero ofreció al entonces presidente Juan Manuel Santos (2010 -2018), la escultura de bronce de aproximadamente 70 centímetros de alto.
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Característica del estilo del artista aficionado a las formas corporales voluptuosas, la paloma gironda es blanca con el pico dorado. Es la segunda obra que ofrece el pintor-escultor al palacio presidencial, luego de La “Madre Superiora” bajo el gobierno de Belisario Betancur (1982-1986). Para el artista nacido en 1932 es un “regalo a mi país expresar mi apoyo y solidaridad con este proceso que traerá un futuro de esperanza y sueños”. Símbolo de la libertad, “La Paloma de la Paz” se verá prisionera de la polarización del país invitada a pronunciarse sobre los acuerdos firmados entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) al final de cuatro años de duras negociaciones. . “Es una escultura que inspirará a millones de colombianos a decir sí al fin de la guerra”, dijo Juan Manuel Santos durante la ceremonia de entrega de la obra. Pero el 2 de octubre, el voto por el “no” ganó por estrecho margen en las urnas. Tras algunas modificaciones al texto inicial, el pacto de paz se firmó en noviembre del mismo año. Desde entonces, la escultura, al igual que el acuerdo, ha sido objeto de controversia política. «No creo que con esta escultura la idea de Botero fuera tomar partido (por el sí o por el no al referéndum) más allá de apoyar un proceso de paz que es una necesidad en Colombia», dijo a la AFP Pilar Velilla, exdirectora del museo en Colombia. Antioquia, región de origen de Botero y cercana al artista fallecido a los 91 años. Firmada la paz, el presidente Santos, premio Nobel de la Paz en 2016, colocó la escultura en un lugar destacado de la Casa de Nariño, donde permanecería hasta mediados de 2018. En junio de ese año, el conservador Iván Duque, quien, como El parlamentario que había apoyado el “no” en el referéndum ganó las elecciones presidenciales. Y dos semanas antes de su inauguración, la escultura fue trasladada de su pedestal, por decisión del gobierno de Santos, para ser trasladada al museo nacional con el fin, se dice, de darle mayor visibilidad. En 2022, Gustavo Petro, un exguerrillero, ganó las elecciones presidenciales y se convirtió en el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia. Para su ceremonia de toma de posesión el próximo 7 de agosto, el presidente electo solicita que “La Paloma de la Paz” y la espada del héroe nacional, Simón Bolívar, estén simbólicamente a su lado. Pero la noche anterior a la ceremonia, el gobierno de Duque alegó razones de seguridad para negarse a entregarlos. Ya convertido en presidente, Gustavo Petro publicó el 1 de septiembre una fotografía en su cuenta de Instagram donde aparece junto a la escultura que regresó a su ubicación original, en el salón Gobelinos de la Casa de Nariño. “Devuélvelo a su lugar”, escribió en el pie de foto. En febrero de 2023, Medellín, la segunda ciudad de Colombia y lugar de nacimiento de Botero, fue uno de los principales epicentros de una movilización de derecha contra el gobierno de Petro. Al paso de la procesión, un seguidor local de Gustavo Petro, candidato a alcalde, se paró junto a una réplica de “La Paloma de la Paz”, ramo de flores en mano. Bajo amenazas tuvo que abandonar apresuradamente el lugar y la escultura fue arrojada al suelo. Y Gustavo Petro había publicado ese día en Twitter (ahora rebautizado X) una foto de la escultura vandalizada con las palabras: “¿Qué daño les hacen el arte y la paz?”.