Para las vulgum pecus, casi inseparables, seguirán siendo para la eternidad «las hermanas Brontë». Pero, ¿quién recuerda a Vanessa, la hermana de Virginia Woolf? Y qué decir de Lavinia Dickinson, olvidada entre las olvidadas. Varios libros y algunas películas relatan la complicada relación entre estas famosas novelistas anglosajonas y sus hermanas. Su primera película, la actriz australiana Frances O’Connor quiso dedicarla en exclusiva, o casi, a Emily Brontë (1818-1848), la autora británica de Cumbres Borrascosas y la menor de sus hermanos.
Este clásico de la literatura, que además es el único libro del novelista, suele ahogarse en un todo: el de la obra romántica de las llamadas «hermanas Brontë» compuesto en gran parte por otros dos clásicos, Jane Eyre de Charlotte y El inquilino. de Wildfell Hall escrito por Anne.
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“Not a biopic”, la película titulada Emily quiere “destacar” el único destino de la novelista, que murió a los treinta años tras una existencia solitaria en la rectoría de Haworth en Yorkshire, donde su padre era pastor. No se contenta con evocar un destino sino que también vuelve a la relación “compleja” que Emily Brontë tuvo con sus hermanas, y más particularmente con la mayor, Charlotte. “Había algo del orden de una lucha por el poder”, subraya el director, cuyo guión se tomó libertades con la realidad pero que asegura haber “consultado muchas fuentes bibliográficas”. El cineasta analiza el origen de esta diferencia de temperamento: «Creo que la verdadera Charlotte no estaba celosa sino probablemente enfadada porque, a diferencia de Emily, que se pasaba los días enclaustrada en su habitación escribiendo, tenía que trabajar». sus hermanas. “Hay que recordar que cuando salieron, (sus libros) fueron muy controvertidos. Cumbres Borrascosas recibió muy malas críticas. Nos preguntamos quién podría haber escrito un libro tan oscuro. Charlotte estuvo presente para brindar el servicio postventa”, cuenta el director.
Emily de Frances O’Connor en 2023, con Emma Mackey, Fionn Whitehead…
Cómplices pero rivales, así resume Laura Ulonati la relación entre Virginia Woolf (1882-1941) y su hermana mayor, la pintora Vanessa Bell (1879-1961), en su libro Doble V, publicado a principios de enero por Actes Sud. Una vez más, el libro no pretende ser una biografía, sino que ofrece una inmersión romántica en las fuentes de la relación entre las dos hermanas. Si Vanessa «fue conocida antes que Virginia», su vida quedó en gran parte a la sombra de la del escritor de Una habitación propia y Orlando.
Y para volver, bibliografía de apoyo, el hilo de una relación alimentada por la rivalidad. Ya sea artística (solo puede haber un genio en la familia), cariñosa o maternal. Virginia no tuvo hijos, Vanessa tuvo tres. Rivalidad alimentada por la obsesión por obtener «la mirada del padre», asegura el autor de Doble V. Lo cierto es que las dos hermanas nunca se han separado. «Había una sincera admiración entre ellos». Admiración que cobra vida en el retrato de Virginia que le pintó su hijo mayor en 1912. Y por último; “Virginia habrá sido una de las grandes seguidoras de Vanessa”, concluye Laura Ulonati.
Lavinia Dickinson también desempeñó un papel decisivo en la fama de su hermana, la inmensa poeta estadounidense Emily Dickinson (1830-1886), como relata el quebequense Dominique Fortier en Les ombres blanches, estrenada en Francia en enero por Grasset. Suite des Villes de papier (premio Renaudot de ensayo en 2020), donde «reinventa sin traicionarla» la vida de la «reclusa de Amherst», este segundo trabajo entre la novela y el ensayo repasa la obra de Lavinia, quien había prometido quemar los poemas de Emily después de la desaparición, en la publicación póstuma de los manuscritos de su hermana. «Podemos imaginar que su relación fue difícil», dice Dominique Fortier, para quien «la personalidad muy introvertida de Emily hacía que fuera particularmente difícil vivir con ella». Pero el papel de Lavinia “fue decisivo. Porque sin ella, hoy no tendríamos acceso al trabajo de Emily Dickinson.