Es una lucha que se remonta a los inicios de Indochina. En una entrevista concedida al Journal du Dimanche el 23 de abril, Nicola Sirkis, líder del grupo new wave nacido en los albores de los años 80, volvió a denunciar la prohibitiva cuantía del precio de las entradas para los conciertos. Sin rodeos, dijo: “Cuando veo los precios de las entradas de algunos de mis colegas, me horrorizo”.
Queriendo ser ejemplar, Nicola Sirkis y sus cómplices en el escenario han decidido a sabiendas no participar en una competencia inflacionaria. Cualquiera que sea el costo, uno estaría tentado a escribir, el precio promedio de las entradas para los conciertos de Indochina ronda los 50 euros.
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Tres noches a la semana por Indochine, versión 2023
Una decisión ética que la intérprete de Trois Nuits por semana explica así: “Desde el momento en que decidimos no enriquecernos a espaldas de nuestro público, ese que nos permite vivir nuestra pasión, hay consecuencias. Nuestros tours son equilibrados porque se llenan con mucha anticipación, pero obtenemos poca o ninguna ganancia y esto afecta nuestras tarifas. A veces no tomo nada». Una posición valiente, sin duda autorizada por los repetidos éxitos de Indochine en términos de ventas de discos, descargas y streaming, pero que no penaliza a todos los que contribuyen a la organización de espectáculos, como el líder del grupo, que hoy tiene 63 años: “No corresponde a los técnicos someterse a nuestra elección ética”.
Finalmente, siempre en sus botas, Nicola Sirkis quiere refutar todas las justificaciones de esta tendencia inflacionaria en los precios de los conciertos. Epidemia de covid, subida de los precios de la energía, invasión de Ucrania… todas estas causas, las descarta de plano, señalando con el dedo la única codicia de los organizadores de espectáculos musicales: «Ningún argumento es relevante salvo el de querer ganar dinero». . Los productores en Francia todavía tienden a llorar por su destino a pesar de haber recibido una gran ayuda financiera del Estado durante el Covid… El aumento en los costos de producción y alquiler es real, pero no hasta el punto de hacer billetes de 200 euros.