El jueves pasado, el máximo órgano administrativo del país respaldó una circular del Ministerio del Interior que calificaba a la Agrupación Nacional como partido de “extrema derecha”. El tema combina varias cuestiones frecuentemente colocadas en el centro del debate intelectual. Debido a su particular método de votación (y a su menor atractivo mediático), la organización administrativa de las elecciones senatoriales no es comparable a la de otras elecciones. Prueba de ello es que la propaganda impresa por los candidatos, central por ejemplo para las elecciones legislativas, es cruelmente limitada cuando se trata de la renovación de la cámara alta. Para sintetizar la información pertinente a nivel de los distintos distritos electorales, los prefectos departamentales son responsables de clasificar las listas en competencia entre seis denominaciones ideológicas, incluida la de “extrema derecha”.

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En agosto, el Ministerio del Interior distribuyó una circular de “matices” (que consiste en definir cómo clasificar los datos estadísticos sobre una elección) confirmando la referencia a la RN bajo el término “extrema derecha”. Por lo tanto, el partido se puso en contacto con el Consejo de Estado para impugnar esta decisión. Señalemos en primer lugar que al pedir a los magistrados que se pronuncien sobre tal cuestión, la Agrupación Nacional ha alimentado un clima nocivo que consiste en subordinar la política al poder judicial; Habría parecido preferible desafiar al gobierno en los medios de comunicación. El partido también debería haberse esforzado en impugnar esta calificación ante las autoridades administrativas provinciales, habiendo sido llamados los distintos prefectos para definir su afiliación política.

La polémica es en sí misma embarazosa porque va más allá del simple fenómeno de “judicialización de la vida política” denunciado periódicamente. Originalmente, esta recopilación de información estadística no tenía como objetivo definir la línea ideológica que reivindicaría el partido. Esto es simplemente para facilitar la producción de tarjetas electorales una vez que se hayan emitido los votos. En este caso, el término extrema derecha se referiría más a una realidad horizontal que ideológica: es innegable que los cargos electos de RN se sientan en la derecha de los hemiciclos donde están investidos. Sin embargo, resulta que Nicolas Dupont-Aignan había obtenido el abandono de esta calificación que le concierne tras una remisión a este mismo organismo. Por tanto, el proceso es embarazoso desde el punto de vista democrático.

En efecto, para determinar cómo “atribuir los matices a los candidatos electorales”, los prefectos departamentales están invitados a realizar una “investigación” (comportamiento de los contendientes, evolución histórica, etc.). El viernes en RMC y BFM TV, el presidente de Debout la France recordó haber obtenido del Consejo de Estado que su partido ya no sea referenciado bajo el matiz político de extrema derecha. Símbolo del absurdo de la situación: si hizo del Consejo de Estado su garante moral respecto de su color político, Nicolas Dupont-Aignan admitió, avergonzado ante Apolline de Malherbe, que no concedió a la institución judicial la legitimidad para definir la afiliación política de la Agrupación Nacional.

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Estas evasivas demuestran que, en la medida de lo posible, el poder judicial debe liberarse del ámbito político. Aunque Tocqueville elogió la penalización de los actos políticos en los Estados Unidos porque la consideraba un escudo contra la obstrucción parlamentaria -admitemos que el Congreso americano es más eficaz que el Parlamento francés-, la confusión de estas órdenes siempre demostrará, de alguna manera, manera u otra, perjudicial. De hecho, la decisión del Consejo de Estado se refería simplemente al “matiz político de RN y no a su “etiqueta política”, quedando esta última “a la libre apreciación del candidato” como se especifica en la circular original del Ministerio de la República. Interior que había motivado la decisión sumaria de la RN.

En resumen, si bien los medios de comunicación debatieron ampliamente tras el veredicto del Consejo de Estado del jueves 21 de septiembre, el propio organismo nunca pretendió realmente definir la afiliación ideológica del partido a la llama. Aunque Libération, Mediapart y el Huffington Post se enorgullecían de poder escribir, a finales de la semana pasada, que sí, “también para el Consejo de Estado, la manifestación nacional es efectivamente “extrema derecha””, el tema no debería No estará allí. Sin embargo, la confusión cada vez más importante entre política y legalidad nos lleva a considerar plausible que corresponda a los magistrados definir la línea ideológica de un partido de oposición (una vez más, el Consejo de Estado se ha limitado a confirmar que el elegido RN se sentaba a la derecha de los hemiciclos, no juzgó de ninguna manera sus comentarios). A partir de entonces, una parte de la prensa consideró una decisión puramente administrativa como un razonamiento académico sobre el fondo del discurso de la Asamblea Nacional. ¿Por qué nadie grita venganza?