En un contexto de inflación galopante, ¿estamos asistiendo a un (re)surgimiento de una tendencia en la forma de viajar en avión? El “skiplagging” (en francés, “saltarse la escala”) ha recibido mucha atención mediática en los últimos meses. ¿Pero es realmente tan interesante el truco? El principio es sencillo: consiste en comprar un billete de avión con escala e interrumpir el viaje en dicha escala en lugar de abordar el siguiente avión, lo que constituye el verdadero destino del viajero. Por ejemplo, un pasajero que desee ir a Helsinki compraría un billete París-Bangkok con escala en la capital de Finlandia. No subiría a su último avión.

El truco puede parecer contradictorio. ¿Por qué una aerolínea cobraría más por un vuelo directo que por un viaje con escala? Éste se explica fácilmente. La demanda de vuelos directos ya es mayor que la de aquellos con escala. Y, en términos generales, “el precio de un billete de avión se fija en función de la oferta y la demanda de una ruta. El criterio principal no es la distancia recorrida por el avión, explica Air France. Para la compañía francesa, el truco no es realmente uno: de hecho, es bastante raro que un vuelo con escala sea más barato que un vuelo directo. El experto en la industria aérea Clint Henderson reconoce que hay casos en los que “los pasajeros ahorran mucho dinero, a veces hasta varios cientos de dólares”, gracias al skiplagging. Pero para él el juego tampoco merece la pena: «No lo uses, no merece la pena». »

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Y con razón: aunque es legal, la práctica conlleva riesgos. El aficionado al skiplagging ya está rompiendo el contrato de transporte que le une a la empresa. Tal como están las cosas, “esto equivale a un fraude”, subraya Clint Henderson. Una aerolínea que descubre tal comportamiento puede “prohibirte volar con ellos, obligarte a comprar un billete con el precio completo, retirar tus puntos de fidelidad si estás registrado en su programa, cerrar tu cuenta de fidelidad e incluso emprender acciones legales en tu contra”.

Incluso sin que la aerolínea te detecte, es posible que tengas inconvenientes. “Si tienes equipaje facturado en bodega, se envía al destino final. No será posible recogerlos en la escala”, añade Air France. Por lo tanto, salga de la cabina cualquier otro equipaje que no sea el que va en cabina. Tampoco podrá realizar el viaje de regreso: se perderá el viaje de regreso. Finalmente, si el avión se cancela por cualquier motivo, se organizará un cambio de ruta hasta su destino final, no hasta su escala.

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La técnica no es exclusivamente estadounidense: “Aunque no es una práctica común, el skiplagging se practica en todas partes”, asegura Clint Henderson. ¿Incluso en Francia? “Sí, pero al margen”, pone en perspectiva la empresa francesa. Sin embargo, el “skiplagging” está haciendo mucho ruido hoy en día. En duda, quizás, este anuncio de julio de 2023: la prohibición de vuelo de tres años impuesta por American Airlines a un adolescente estadounidense de 17 años. Este último había comprado un viaje de Gainesville (Florida) a Nueva York con escala en Charlotte (Carolina del Norte), pero no tenía intención, según la compañía, de abordar su segundo vuelo. Fue cuando vieron su licencia de conducir de Carolina del Norte que los agentes de la puerta comenzaron a tener dudas.

Sin embargo, la práctica no es nueva. En 2011, el estadístico estadounidense Nate Silver ya lo descifró en el New York Times. En aquel momento, el skiplagging se conocía como “billetes de ciudad ocultos”. En 2013, con sólo 20 años, Aktarer Zaman lanzó la plataforma online especializada en el programa Skiplagged. Y, a partir de 2014, se multiplicaron los juicios contra el sitio. Las demandas presentadas por Orbitz, un sitio de reservas de vuelos y filial de Expedia, y por Southwest Airlines se resolvieron extrajudicialmente. La demanda civil interpuesta por United Airlines fue rechazada por los tribunales. Entonces, no hay nada nuevo bajo el sol.

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