Primera mesa. Los personajes se sumergen en la penumbra; tararean «Belle nuit, ô nuit d’amour», un aria de Jacques Offenbach. Luego escabullirse en silencio detrás del escenario. No vemos enseguida al compositor de Les Contes d’Hoffmann, pero descubrimos a sus familiares: Amandine, su devota secretaria (Claudine Barjol), Pitou, el director de escena (Daniel-Jean Colloredo, irreconocible), y un viejo amigo del compositor, un soldado que luchó por el Emperador (David Le Roch). Hablan del humor y la salud del músico cuyo corazón está enteramente ocupado por su amante.

Jacques Offenbach, que entonces dirigía el Théâtre des Bouffes Parisiens, fue devorado por su pasión por la cantante de voz de oro, Hortense Schneider, su musa (la tetona Héloïse Wagner). También lucha por crear nuevas obras. ¡Y qué pena si falta el dinero! Jean-Paul Farré presta al compositor su encanto burlesco. El actor, músico, cantante y director, que a menudo se ha destacado en solos musicales, es mayor que Offenbach, pero no importa. Dirigida por Anne Bourgeois, las generosas favoritas, ojos como canicas y brillo de picardía, el actor está perfectamente ilusionado. Se divierte y se divierte.

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Tándem de autores especializados en comedia desde hace poco más de veinte años, Bruno Druart y Patrick Angonin dan rienda suelta a sus delirios. Qué importa que la verdad histórica acabe patas arriba. Se trata de dibujar el retrato del genial Offenbach en los últimos diez años de su vida. El interesado se vuelve, como indica el título del espectáculo, irresistible.

Sus estados de ánimo hacen que su cabeza dé vueltas. Bajo la influencia de sus sentimientos, le da todo a su engorrosa amante, decide separarse de ella, vuelve a ella, se jura a sí mismo seguir siendo dueño de su destino. Salta de gallo a burro pero sus réplicas dan en el blanco. El diablo interviene: Offenbach cae bajo el hechizo de una joven cantante que sale de un convento (Alexie Ribes, hija de Jean-Michel Ribes). Sincero al principio, luego cariñoso y descarado. Su fiel Amandine se asegura de que siempre vuelva a lo básico.

Bruno Druart y Patrick Angonin embellecen la pieza con interludios cantados -nos gustaría más-, la música de Michel Winogradoff hace que el público quiera zapatear. Anne Bourgeois se asegura de que todos puedan hacer su número de actuación. Los decorados de Olivier Prost, propicios a una puesta en abismo del teatro, y el colorido vestuario de Jean-Daniel Vuillermoz contribuyen a ofrecer un bonito viaje a una época pasada pero alegre. «‘¡Golpe, golpe, golpe! »

Irresistible Offenbach, hasta el 31 de mayo, en el Théâtre de Passy 75016 París. Loc. : 01 82 28 56 40 o www.theatredepassy.fr