¿Se debería permitir a los empleados utilizar sus vales de comida para sus compras diarias de alimentos, sí o no? La cuestión, que desató pasiones el año pasado, vuelve a estar en primer plano mientras el gobierno trabaja en una amplia reforma relativa al funcionamiento de estos títulos. En 2022, el ejecutivo amplió, de forma excepcional, el uso de los “vales restaurante” para adquirir en los lineales productos que no son directamente consumibles (pasta, arroz, carne, etc.) en los supermercados. Después de muchas dilaciones, los parlamentarios acabaron ampliando esta exención hasta 2024, considerada una medida para combatir la inflación. Según un estudio realizado por la Comisión Nacional de Billetes de Restaurante (CNTR), nada menos que el 96% de los beneficiarios se muestran «favorables» a la prórroga de la ampliación para los próximos años.

“Esperábamos un resultado cercano al 100%”, reconoce Patrick Bouderbala, presidente de la Comisión. Y esto es especialmente cierto ya que cada vez más empleados prefieren las comidas “caseras” durante la hora del almuerzo. “Más del 60% de los empleados que reciben vales de comida llevan regularmente su Tupperware a la oficina”, explica. Sólo una minoría de los titulares –entre el 15% y el 20%– utiliza sus “entradas” para almorzar en un restaurante. Este cambio de comportamiento no pone en duda el apego de los franceses a los vales de comida, «imprescindibles» para más de 8 de cada 10 beneficiarios.

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La ampliación del ámbito de uso de los títulos sigue dividiendo a los profesionales. En el seno de la CNTR, que reúne a representantes de organizaciones sindicales de empresarios y trabajadores, profesionales de la restauración y emisores, la exención se considera un “mal uso” del sistema. “En un principio, el vale de comida no es un cheque en el carro de la compra, no es un impulso al poder adquisitivo: es un vale de pago especial destinado a garantizar la salud pública permitiendo a los empleados disfrutar de un almuerzo digno”, argumentamos. Y recordar la especificidad de los vales de comida, la exención de cotizaciones sociales y fiscales. Si se ratificara por ley la extensión del bono de comida a todos los productos alimenticios, estas “exenciones sociales podrían desaparecer”, advierte Patrick Bouderbala.

Como punto común, los miembros de la comisión proponen el establecimiento de un “doble piso” para los futuros bonos restaurante. «Podríamos imaginar un límite máximo de 25 euros para las cantidades gastadas en un restaurante y un límite inferior para las compras en grandes superficies», sugiere Patrick Bouderbala. El representante recuerda que durante la crisis sanitaria existía un sistema similar: entonces los empleados estaban autorizados a gastar 19 euros en los supermercados y hasta 38 euros en los restaurantes.

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En el gabinete de Olivia Grégoire, ministra delegada encargada de Economía, Turismo y Consumo, aseguramos que “no hay nada decidido y que todas las vías siguen abiertas a la discusión”. Incluyendo, por tanto, la opción de un “doble techo”. “Con una reserva que se debe a la complejidad. El objetivo es simplificar el uso de los billetes por parte de los franceses”, precisamos. Desde una perspectiva de simplificación, la desmaterialización de los billetes sigue siendo popular en Bercy. “Esto evita pérdidas y robos, que representan 40 millones al año en billetes de papel”, explica una fuente ministerial. El gobierno también busca simplificar las donaciones voluntarias y desterritorializar el uso de vales de comida.

Queda la espinosa cuestión de las comisiones. Actualmente, los restauradores que aceptan vales de comida como medio de pago pagan una comisión a las empresas emisoras, entre el 3 y el 5%. El gobierno asegura que este tema será debatido con los distintos actores. En un dictamen emitido en noviembre, la Autoridad de Competencia se mostró desfavorable a una limitación de las comisiones impuestas por los emisores. La Autoridad había destacado «la existencia de fallos de mercado, en primer lugar la existencia de barreras de entrada, y la existencia de poder de mercado de los emisores históricos» que permiten «el aumento continuo de las comisiones». Bercy estima que la desmaterialización generalizada de los vales restaurante, que Olivia Grégoire espera que sea efectiva “antes de 2026”, ayudará a reducir las comisiones. “Esto eliminará las barreras de entrada y facilitará la entrada de nuevos jugadores. Una mayor competencia debería reducir automáticamente las comisiones”, afirma un asesor. Todos estos puntos serán discutidos el 18 de abril, durante una reunión que reunirá al ministerio y representantes de la CNTR.