A pesar de una política de reducción de las cargas, en particular de los salarios bajos, aplicada desde hace varios años, Francia sigue siendo el primer país del mundo en cuanto a las cotizaciones empresariales más elevadas. La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) lo escribe en blanco y negro en su último informe publicado este jueves, dedicado a los “impuestos sobre los salarios” en los 38 estados miembros de la institución con sede en París.
«Los empresarios en Francia pagan el 26,6% de los costes laborales en forma de CSS (cotizaciones a la seguridad social, nota del editor), el nivel más alto entre los países de la OCDE», señala la organización, tomando como base de comparación «una sola persona sin hijos que recibe un salario igual al de un empleado promedio”. Si este porcentaje también supera el 20% en Italia, España, Suecia y Bélgica, Francia está muy por encima de su vecino alemán (16,7%), e incluso más que el Reino Unido (10,1%) o los Estados Unidos (7,5%).
Si sumamos las contribuciones de los empleados a las contribuciones de los empleadores, Francia también se encuentra en el grupo líder. Su peso “representó al menos un tercio de los costes laborales en Alemania, Austria, Francia y la República Checa” en 2023, subraya la OCDE (el 34,9% precisamente en Francia).
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De manera más general, si comparamos la «cuña fiscal», es decir, «la diferencia entre los costes laborales para el empresario y la parte correspondiente a la remuneración neta del trabajador después de impuestos», Francia también ocupa el primer puesto de la clasificación. Ya sea por un solo empleado sin hijos se le paga el salario medio; en 2023, en Francia era del 46,8%, situando a nuestro país justo detrás de Bélgica, Alemania y Austria. La misma observación si tomamos un matrimonio con dos hijos y dos salarios (40,6% en Francia, casi lo mismo que Alemania y cinco puntos por debajo de Bélgica).
Sin embargo, cabe señalar que Francia vio caer muy ligeramente su “cuña fiscal” en 2023 con respecto a 2022, 0,17 puntos por empleado, frente a un aumento de 0,13 puntos de media en la OCDE. Un pequeño descenso “debido principalmente a una reducción de las cotizaciones a la seguridad social de empleadores y empleados”, precisa la organización. Aquí Francia se destaca de la mayoría. Porque “en ocho de los trece países de la OCDE que han registrado una reducción de la cuña fiscal como porcentaje de los costes laborales, esto se debe principalmente a una reducción del impuesto sobre la renta (Alemania, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Irlanda, Islandia, México y Suecia)”, indica la institución.
El resultado de estas fuertes contribuciones de los empleadores, y por lo tanto de esta importante “cuña fiscal”, es un costo laboral agobiante para las empresas francesas. Un asalariado que recibe el salario medio cuesta así en Francia unos 83.000 dólares al año (en paridad de poder adquisitivo, es decir, casi 78.000 euros), para un ingreso neto después de impuestos de 44.152 dólares (unos 41.000 euros). En este juego, Francia ocupa el noveno lugar en la OCDE, detrás de Suiza y Bélgica, donde los costos laborales superan los 100.000 dólares al año, pero también de Alemania, Austria, Luxemburgo, Noruega, los Países Bajos e Irlanda.