“La energía me fascina”, repitió el lunes Bruno Le Maire, durante una visita a la central nuclear de Gravelines (Norte).
El mensaje ha sido enviado a todos aquellos – y son muchos – que se preguntan sobre las ventajas de la transferencia de la cartera ministerial de energía a Bercy, una novedad del gobierno Attal. Bruno Le Maire subrayó el carácter simbólico de este viaje a Gravelinas, su primera visita a una central eléctrica como ministro encargado de la Energía. Insistió en “la importancia otorgada a esta nueva misión”, precisando que “seguirá personalmente el tema de la energía, una cuestión vital para Francia, su descarbonización y su éxito económico”. Esta afirmación no es insignificante, ya que la cuestión de nombrar un Secretario de Estado encargado de la energía sigue sin respuesta.
El hecho de que la energía sea controlada en Bercy debería permitir «acelerar». No faltan casos: construir seis nuevos reactores de aquí a 2035 es en sí mismo un desafío colosal.
A esto se suma el deseo de acelerar en renovables: eólica marina y paneles fotovoltaicos. Cabe señalar que desde hace dos días el ministro no menciona ni una sola vez la energía eólica terrestre. Una omisión que no es casual, sobre todo porque este viaje se realiza en el Norte, el departamento que posee el mayor número de aerogeneradores de Francia.
Bruno Le Maire también aprovechó la oportunidad para saludar el trabajo realizado por los equipos de EDF que permitió al grupo ver comenzar a aumentar su producción nuclear, alcanzando los 330 TWh el año pasado tras los malos resultados de 2022.