“Quien no intenta nada, no consigue nada, ¿es esa la expresión?”, dice Alexandros, de 29 años, frente al simulador de conducción de trenes instalado por Transilien SNCF Voyageurs en medio de su foro de contratación. Este “entusiasta de los trenes desde pequeño” vino con las manos en los bolsillos, sin currículum pero con una sonrisa, esperando recabar información valiosa sobre cómo convertirse en maquinista de tren o RER. Una aparente indiferencia que podría resultar estigmatizante en cualquier entrevista de trabajo, pero que no parece ser un problema este martes 6 de febrero.

Allí, en el Estadio de Francia, donde Transilien SNCF organiza su foro anual de contratación para dar a conocer la empresa y sus profesiones e intentar convencer al mayor número posible de personas para que se unan a ellas, la directora de recursos humanos del grupo, Isabelle Graillot, asegura que “este es el motivación que tiene prioridad”. “No hay un perfil particular, tenemos mucha gente en la segunda mitad de su carrera, en reconversión, un poco menos de jóvenes”, explica este último, quien insiste en que “no hay limitaciones de títulos ni de límites de edad”. “Excepto los trabajos relacionados con el mantenimiento que requieren un mínimo de habilidades”, admite.

En total, más de 2.400 personas se inscribieron en este “evento XXL”, afirma su director general, Christophe Fanichet, elogiando de paso el atractivo de su empresa, que contrató el año pasado a 1.350 agentes, entre ellos 600 conductores, sobre un objetivo inicial de 900, y no recibe ningún beneficio. menos de 250.000 solicitudes cada año. Sin embargo, “la calidad del servicio” de su empresa “depende del número de empleados que tengamos para realizar el servicio”. Por tanto, en 2024, estima que necesitará “más de 900 empleados adicionales, incluidos 400 conductores, para poder cumplir sus compromisos” y “alcanzar el 100% de la oferta nominal” exigida por el contrato que le vincula a Île-de-France. Movilidades (IDFM).

De ahí la organización de este gran mitin, donde la mayoría de los entrevistados buscan principalmente información sobre la empresa. Es el caso de estos tres amigos, de 18, 21 y 24 años, que instintivamente se encaminan hacia la profesión de agente de acogida. “Quería observar más de cerca las diferentes profesiones que me rodean en la vida cotidiana”, subraya uno de ellos. Otros candidatos, como Karim, de 39 años, ya están más avanzados en el proceso de selección. El jefe de obra del grupo Eiffage ya ha conseguido una entrevista para convertirse en maquinista de RER o de tren y está muy interesado en la idea de unirse a un gran grupo como la SNCF. Tiene dos trabajos para mantener a su familia y dice que “invierte mucho en trabajo”. “Voy a ver qué me ofrecen, estoy en pleno proceso de contratación pero soy ambicioso. Vamos a hacer pruebas”, afirma.

Un poco más lejos, el stand dedicado a los agentes de seguridad está siempre lleno. Detrás del mostrador, vestido de agente de seguridad, Christophe responde a las preguntas de todos sobre cuestiones relacionadas con “la formación, la remuneración y la zona geográfica”, precisa. “La mayoría de los interesados ​​vienen a recoger información y hacer preguntas, pero aún así recibí algunos currículums”, se alegra quien asegura que “habrá grandes necesidades, sobre todo para los Juegos Olímpicos”. Para postularse es necesario tener al menos 18 años y comprometerse a seguir una formación de 8 meses, la mitad de los cuales en la Universidad de Seguridad y la otra mitad en inmersión, por un salario inicial de entre 1.500 y 1.600 euros netos por mes, sin incluir bonos.

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Frente a él, Josselin, un joven peluquero de 27 años, atraído por la SNCF y la seguridad laboral que conlleva, publicará su currículum en Internet después de su encuentro con Christophe. Chanika, de 29 años, está decidida a dejar la RATP, donde trabaja como conductora de autobús, para unirse a la competición. Refiriéndose a los días de descanso perdidos en su empresa y a la falta de atractivo, espera que la SNCF sea más generosa. “Hay muchas más prestaciones y los salarios son mejores”, cree, aspirando a trabajar como maquinista de tren. Según el departamento de Recursos Humanos del grupo, el salario de los conductores comienza en 35.000 euros brutos al año, “en función de su perfil”. O unos 2000 euros netos al mes.

“No nos preocupa el atractivo”, asegura Isabelle Graillot, según quien la idea de realizar “un trabajo que tenga sentido (…) en un gran grupo internacional donde las perspectivas profesionales son importantes » es un factor real para atraer nuevos perfiles. En términos de beneficios sociales, la SNCF se compromete a ofrecer “un paquete global”, en particular para ayudar a sus agentes a encontrar alojamiento en la región. “A cada agente que lo desea se le ofrece alojamiento a menos de 20 kilómetros de su misión dentro de los cuatro meses siguientes a su contratación”, afirma. “En nuestras profesiones no existe ningún tema de atractivo”, confirma Christophe Fanichet, elogiando el curso ofrecido a todos los empleados. “Podemos empezar como conductores de maniobras, luego como conductores de RER, como conductores de líneas de Transilien, luego convertirnos en conductores de TER o incluso de TGV”, argumenta, añadiendo también “la posibilidad de evolución territorial”, mientras que la SNCF es presente en toda Francia. Y para concluir con su argumento clave: “Trabajando en la SNCF, quienes quieran hacer ecología podrán hacer ecología de verdad”.