El primer tren operado por la compañía española Renfe llega este viernes a la estación de Marsella procedente de Madrid, siete meses después de la interrupción de este enlace por parte de la SNCF, inaugurando así una segunda línea tras el Barcelona-Lyon puesto en marcha el pasado 13 de julio. El tren AVE, el equivalente al TGV francés, tiene previsto llegar a Marsella-Saint-Charles a las 21.30 horas tras un trayecto de 8 horas y 5 minutos desde la estación madrileña de Atocha.
Dará servicio a muchas estaciones en su ruta, incluidas en España las de Zaragoza, Barcelona o Girona y en Francia Perpignan, Narbonne, Béziers, Montpellier, Nîmes, Avignon y Aix-en-Provence. Para competir con la SNCF en su antiguo monopolio histórico, Renfe ha sacado ofertas que desafían toda competencia con precios de llamada de 29 euros para conectar Madrid con Marsella e incluso de 9 euros para un trayecto de alta velocidad entre estaciones francesas.
Por el momento, la compañía española ofrece un viaje de ida y vuelta por día de viernes a lunes, pero tiene intención de realizar este viaje diario a partir de octubre. Renfe es la segunda compañía que acude a cazar a las históricas tierras de la SNCF tras Trenitalia, que abrió en diciembre de 2021 una línea entre París y Milán vía Lyon.
La Autoridad Reguladora del Transporte (ART) estudió las variaciones de precios en el tramo París-Lyon en 2022 para analizar el impacto de la competencia y observó una reducción de más del 10% en las tarifas por pasajero. Al igual que su homóloga italiana, Renfe ha pedido beneficiarse de descuentos en los peajes (surcos del tren) para utilizar la red, con el fin de favorecer su entrada en el mercado francés.
Además de SNCF, Trenitalia y Renfe, un cuarto operador ha anunciado su intención de viajar sobre raíles en Francia: Arriva, filial de la alemana Deutsche Bahn, prevé abrir una línea Groningen-París que unirá la capital francesa con Bruselas y Ámsterdam desde el verano de 2026. Todas estas empresas operan bajo el modelo de “acceso abierto”, es decir, no reciben ayudas públicas. Deben abastecer los trenes, reclutar trabajadores ferroviarios, montar un sistema de ventas y conseguir las famosas franjas horarias (slots de tráfico) para hacer circular sus trenes, lo que exige tener espaldas fuertes.