Un pulpo apareció varado en una playa inglesa. Hasta el momento, nada inusual. Pero cuando el pulpo es un Lego, el descubrimiento puede convertirse en un acontecimiento increíble. Liutauras Cemolonskas, de 13 años, lo sabe bien. Este aficionado a los pequeños ladrillos de plástico llevaba varios años buscando este pulpo, tal y como señala el diario británico The Guardian.

Sin embargo, la búsqueda comenzó mucho antes del nacimiento del joven inglés. En 1997, un carguero quedó atrapado en una violenta tormenta en el Mar Céltico. Una ola más alta que las demás provoca que varios contenedores vuelquen por la borda. Uno de ellos lleva cinco millones de Legos de todo tipo. 352.000 pares de aletas, 97.500 tanques de buceo y 92.400 espadas flotan y son arrastrados a la costa del Cornualles inglés.

Desde entonces, los aficionados han intentado completar la colección paseando por las playas, con la vista fija en la arena. Antes de su hallazgo, Liutauras Cemolonskas tenía 789 piezas. Pero este pulpo es, con diferencia, la figura más rara de su colección. Sólo 4.200 ejemplares cayeron a las olas del Mar Céltico.

El descubrimiento del joven inglés pone de relieve el proyecto Lego Lost at Sea, lanzado por Tracey Williams. Este escritor británico fue el primero en interesarse por estas piezas arrastradas tras la tormenta. “Encontré un pulpo en 1997 y no encontré otro durante 18 años”, declaró en las columnas del diario británico tras el descubrimiento de Liutauras Cemolonskas.

Más allá de las colecciones, Tracey Williams aprovecha este proyecto para concienciar sobre la contaminación plástica en los océanos. El Parlamento Europeo afirma que cada año entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de plástico acaban en los océanos. Aún más preocupante es que, según estimaciones de la Fundación Ellen MacArthur, los océanos podrían contener más plástico que peces en 2050.