Registros en domicilios de islamistas en toda Francia, expulsión inmediata de un tunecino el jueves tras amenazas frente a una sinagoga… La alerta roja antiterrorista está en pleno apogeo. El viernes, una fuente cercana al asunto indicó que se habían realizado o estaban en curso una quincena de visitas domiciliarias en La Mancha, Puy-de-Dôme, Sarthe y Vaucluse, así como en París y en los suburbios del interior de París, procedentes de las caídas bajo la jurisdicción de la jefatura de policía de París (Hauts-de-Seine, Seine-Saint-Denis, Val-de-Marne).

Operaciones clásicas tras cada ataque, más justificadas aún en medio de la tensión palestino-israelí con sus posibles repercusiones en Francia. Creadas en 2017 para sustituir los registros administrativos durante el estado de emergencia, estas visitas son autorizadas por el juez de libertades y detención, a petición del prefecto interesado y previo asesoramiento del fiscal nacional antiterrorista. Para utilizar los términos del código de seguridad interior, autorizan “la visita a un lugar así como la incautación de los documentos y datos que allí se encuentren, con el único fin de impedir la comisión de actos de terrorismo y cuando existan motivos fundados para creer que un lugar es frecuentado por una persona cuyo comportamiento constituye una amenaza especialmente grave para la seguridad y el orden público y que entabla relaciones habituales con personas u organizaciones que incitan, facilitan o participan en actos de terrorismo, o apoya, difunde, cuando esta difusión sea acompañada de una demostración de adhesión a la ideología expresada, o se adhiere a tesis que inciten a la comisión de actos de terrorismo o hagan la apología de tales actos.

Es evidente que los servicios antiterroristas entran así en el hormiguero yihadista y, en función de sus resultados, que aún están por perfeccionar, estas visitas podrían dar lugar a medidas policiales administrativas o a procedimientos judiciales en caso de descubrimiento de armas de diversas categorías. estupefacientes, producto de robo u ocultación, etc. Pero sobre todo a procedimientos terroristas si se descubren elementos concretos (creación de redes, preparación de atentados, propaganda yihadista, etc.).

En el frente de los desalojos, el Estado quiere demostrar que también está contraatacando. El jueves, un ciudadano tunecino de 26 años fue deportado a su país. El 7 de octubre, en Cannes (Alpes Marítimos), amenazó a una persona que vigilaba delante de un centro de oración judío de Lubavitch. Ese día, alrededor de las 18.45 horas, cuatro desconocidos a bordo de dos vehículos observaron durante un buen rato el centro. Los guardias de seguridad intentaron interceptarlos. Poco después, uno de los dos coches regresó y su conductor declaró a un agente de seguridad “te vimos y te vimos”, antes de darse a la fuga. El análisis de las matrículas permitió encontrar a este individuo de 26 años. En su coche se encontró una bomba lacrimógena. Detenido y puesto bajo custodia policial, fue puesto en libertad sin procesamiento. La prefectura de Alpes Marítimos decidió, por su parte, no renovar su permiso de residencia válido hasta el 14 de octubre de 2023 y proceder a su expulsión.

Se emitió en su contra una orden ministerial de expulsión (AME) que se ejecutó el jueves. El viernes, mediante decreto publicado en el Diario Oficial, el Ministro del Interior, Gérald Darmanin, despojó de su nacionalidad francesa a un franco-ruso de origen checheno, condenado por terrorismo, lo que podría allanar el camino a su expulsión si Rusia expide un pase consular. .

Una semana después del ataque de Arras, lo que los servicios de inteligencia llaman la “comunidad del norte del Cáucaso” (chechenos, ingush, daguestaníes, etc.) parece estar en el centro de la alerta. El martes, la DGSI detuvo a un adolescente de 16 años, en contacto con un detenido de origen checheno. Supuestamente planearon, con un tercer cómplice, atacar a personas que habían cometido blasfemia contra el Islam.

El jueves, en el marco de un caso que sigue bajo el derecho común pero que demuestra una vez más el alcance del “infrajihadismo”, un adolescente de 15 años, francés de origen checheno, fue detenido armado con un cuchillo cerca de la sinagoga de Estrasburgo. El interesado niega cualquier plan terrorista. En su celular encontramos este mensaje: “Voy a ir a tu escuela secundaria, voy a encender el kalash, seré el checheno más famoso”.