La ley de inmigración es “fruto de un compromiso” y es “un escudo que nos faltaba”. Este es el argumento de Emmanuel Macron, invitado el miércoles al programa «C à vous» de France 5. «Debemos aceptar lo que se ha hecho, debemos eliminar muchas falsedades, también debemos calmar a la gente», abogó el presidente de República, criticando “una maniobra del bañista” de la Agrupación Nacional. “Asumo plenamente que digo que nuestros compatriotas estaban esperando esta ley y que si queremos que la RN no llegue al poder, debemos abordar los problemas que la alimentan”, declaró.
De este modo se aseguró un peligroso servicio postventa. Sin duda menos entre la opinión pública -sondeo tras sondeo favorecen el endurecimiento de la política migratoria- que entre una parte de sus tropas cercanas a la izquierda. Que amaneció el miércoles con “resaca”, como afirmó el diputado del Renacimiento Sacha Houlié, uno de los 62 diputados macronistas que no votaron el texto el martes (o uno de cada cuatro). La propia presidenta de la Asamblea, Yaël Braun-Pivet, dijo estar «muy perpleja» por este proyecto de ley, derechista por un acuerdo entre la mayoría y Los Republicanos (LR).
Antes que él, los partidarios de Emmanuel Macron lucharon por contrarrestar el estribillo de la izquierda según el cual el bando presidencial se había comprometido con la Agrupación Nacional (RN). «Cada uno intenta imponer su discurso», señaló el portavoz del Gobierno, Olivier Véran. La RN y la LR quieren cantar victoria, los Nupes gritan traición. “Es una historia de Navidad que nos cuentan”, gruñó en la Asamblea el ministro de Justicia, Éric Dupond-Moretti, insistiendo en que “en este texto, el RN no añadió ni una coma”.
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Hay en la ley «cosas serias y cosas que no me gustan, pero que no van en contra de nuestros valores», insistió poco antes Emmanuel Macron en el Consejo de Ministros, donde el lugar de Aurélien Rousseau quedó vacío. La dimisión del ministro de Sanidad es el daño más espectacular de este episodio, que dejará huella en la mayoría. “La vida política está hecha de crisis, acuerdos y desacuerdos”, intentó poner las cosas en perspectiva Emmanuel Macron en televisión.
Esta ley, “es un acto de equilibrio, no vamos a decir lo contrario”, admite un asesor ministerial. Como muestra del malestar ambiental, el ejecutivo está trabajando para aplicar ungüento en su ala izquierda. Emmanuel Macron transmitió el texto votado al Consejo Constitucional el miércoles, mientras que Élisabeth Borne admitió que algunas medidas probablemente no superarían este obstáculo. Por tanto, el Gobierno emprendió una acrobacia política consistente en dejar que la institución presidida por Laurent Fabius limpiara el texto de las medidas más irritantes: las cuotas de inmigración fijadas por el Parlamento, el endurecimiento del acceso a las prestaciones sociales para los extranjeros o incluso la pérdida de la nacionalidad para Personas con doble nacionalidad condenadas por homicidio doloso contra persona que ostenta autoridad pública. Un método criticado por el socialista Olivier Faure, para quien los macronistas quieren hacer del Consejo Constitucional “la escoba de su conciencia”.
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“Me gustaría señalar que el presidente Macron y el gobierno no votaron en el Frente Nacional. Pero ellos retomaron sus ideas”, declaró François Hollande a Le Monde el miércoles. Al tiempo que recordó que en 2016 había renunciado a la pérdida de la nacionalidad de los terroristas binacionales ante las críticas, incluida la de su entonces ministro de Economía, Emmanuel Macron.
Siete años después, las tropas del Jefe de Estado temen que un malestar duradero se arraigue en sus filas. «Tenemos que decirnos: nunca más, no caigamos en este extremismo para llegar a un acuerdo a toda costa», insiste la diputada del Renacimiento Céline Calvez, que se abstuvo. Uno de sus colegas, el diputado Jean-Charles Larsonneur, anunció que abandonaba el grupo Horizontes, hostil a un texto que «rompe diques».
Si Emmanuel Macron tenía prisa por completar este episodio antes de Navidad es porque quiere lanzar proyectos completamente diferentes a principios de 2024. En el Consejo de Ministros, declaró que quería “volver a lo básico”. Empezando por reformas económicas que deberían permitir avanzar hacia el “pleno empleo”. Pero también textos sociales, incluido el fin de la vida, un tema sobre el que asumió en France 5 «tomarse el tiempo», esta vez concertando una cita en febrero. Antes, pretende abordar “nuevos grandes temas, nuevos desafíos”, con “un nuevo rumbo” pero “en continuidad”. Más que vagas intenciones.
¿Deberíamos ver también un posible cambio en su sistema político? Élisabeth Borne y Gérald Darmanin, más rivales que nunca, se han visto debilitados por la sucesión de contratiempos, mientras que el gobierno tiene ahora una ministra “interina”: Agnès Firmin Le Bodo, encargada de sustituir a Aurélien Rousseau en poco tiempo. La verdadera y falsa rebelión de los pocos ministros de izquierda que amenazaron con dimitir no se resuelve. “Quienes dudan y nunca han liderado realmente una lucha no tienen lecciones que dar”, criticó Emmanuel Macron en el Consejo de Ministros. ¿Los inicios de un acto de autoridad?
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“No pienso quedarme ahí, me quedan tres años y medio”, aseguró con audacia Emmanuel Macron en Cà vous, mientras algunos preparan lo que viene después. «Es absolutamente necesario volver a poner en pie a la mayoría, a sus ideas y al Gobierno», subrayó el centrista François Bayrou en France 2. Luego, durante la entrevista con Emmanuel Macron en France 5, Édouard Philippe apareció en el plató del programa “Quotidien” de TMC, como competidor televisivo. “Esto estaba planeado desde hace mucho tiempo, advirtió al presidente”, le restan importancia a la situación en el entorno del ex primer ministro. El hecho es que a partir de ahora, cuando el presidente habla, no todos guardan silencio.