La enésima negativa lanzada a los sindicatos por Elisabeth Borne no engrosó las filas de los manifestantes. A raíz de un nuevo diálogo de sordos en Matignon, la movilización volvió a perder fuerza este jueves, por el undécimo día de acción contra la reforma de las pensiones.
A gritos de «Fuera Macron», frente a los carteles «La injusticia llama a la revuelta», los manifestantes intentaron mantener la presión sobre el Ejecutivo. De 214 ciudades analizadas a las 18.00 horas, en Francia se contabilizaban unos 417.000 manifestantes, según cifras del Ministerio del Interior recopiladas por Le Figaro. Contra 521.000 el 28 de marzo y 984.000 el 23 de marzo a la misma hora.
Los huelguistas también fueron menos numerosos en el transporte y las escuelas, donde solo el 8% de los docentes se declararon en huelga, según Educación Nacional. El despliegue de unos 11.500 policías y gendarmes no evitó algunos enfrentamientos con manifestantes radicales, en particular en Rennes, Lyon y París.
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Al margen de la procesión, el chorro de una bomba de humo incendió parte del toldo rojo del restaurante La Rotonde, donde Emmanuel Macron celebró su victoria en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2017. También fue objeto de vandalismo un banco, place Denfert-Rochereau.
Minutos antes del inicio, los dirigentes sindicales reunidos en la plaza principal al frente de la procesión, en París, prefirieron ver el vaso medio lleno. “El desafío sigue igual de fuerte”, relativizó Laurent Berger, el número uno de la CFDT.
Un poco más allá, Cyril Chabanier, de la CFTC, abundó en este sentido: “Hay altibajos. Ya hemos experimentado descensos antes de que los números comiencen a aumentar nuevamente. Seguros de su fuerza, los líderes presentes seguían viendo sólo una salida posible: la derogación de la ley. Lo que el ejecutivo persiste en excluir.
Realistas, los sindicatos llevan mucho tiempo considerando escenarios alternativos. “A corto plazo seguiremos movilizándonos”, indica Laurent Escure, secretario general de la UNSA. Este undécimo día, por lo tanto, no será el último: los dirigentes sindicales cuentan con una nueva movilización el jueves 13 de abril, en vísperas de la tan esperada decisión del Consejo Constitucional sobre la reforma.
Incluso si algunos están preocupados por la imagen que reflejaría una procesión demacrada, en el contexto de las vacaciones escolares. “Me temo que hay poca gente”, señala un ejecutivo sindical. En comparación, el movimiento anterior contra la reforma de las pensiones, en 2020, había reunido solo a 92.000 personas durante la décima y última manifestación.
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¿Qué seguimiento se debe dar a la movilización, una vez conocida la respuesta de los Mayores? “No tengo la respuesta, admite François Hommeril, el número uno de la CFE-CGC. Vemos las encuestas, no podemos dejarlo pasar así. Las opiniones difieren entre los sindicatos. Para los reformadores, será el momento de cambiar de rumbo, a pesar de su oposición a los años 64. “Los que creen que haremos movilizaciones cada dos días una vez que se promulgue la ley están viviendo en un sueño”, taja Laurent Berger.
Del lado de las centrales más radicales, “el movimiento continuará, como ya hemos hecho contra las leyes aprobadas”, explica, bravata, Michel Beaugas, de Force Ouvrière. Misma línea en Solidaires: “El Consejo Constitucional no es el alfa y el omega”, estima Murielle Guilbert, su delegada.
En la cúspide del Estado, los miembros del ejecutivo toman aliento hasta la decisión de los Mayores. «Hasta el 14, esperamos», dijo un allegado al jefe de Estado. Sobre todo porque al escenario de una censura parcial de la ley se le suma otro: la apertura de un procedimiento de referéndum de iniciativa compartida (RIP). Una vez superado este plazo, el presidente del Gobierno, que “no tiene previsto avanzar sin los interlocutores sociales”, espera por fin reanudar el diálogo con ellos.
Hasta entonces, los sindicatos y la izquierda tratan de mantener su movilización, con una sola voz. El jueves, Jean-Luc Mélenchon se solidarizó con Laurent Berger. En su punto fijo situado en la rue de Tourville, en París, el líder de los Insoumis juzgó que el secretario general de la CFDT «tenía razón», la víspera, «al decir que estamos pasando de una crisis social, amplia y profunda, a una crisis democrática”.
Sin embargo, para el triple candidato presidencial, “la crisis democrática abierta puede tomar el giro de una crisis de régimen”. En su línea de visión: el presidente de la República, que habló el miércoles desde China, “en términos extremadamente duros”.
Según su aliado socialista, Olivier Faure, Emmanuel Macron “se ha encerrado en su torre de marfil”. “Se plantea la cuestión de su legitimidad para actuar de esta manera”, insistió. A falta de una retirada de la reforma, evoca un «regreso a los franceses». Ya sea por referéndum o por disolución de la Asamblea Nacional.