¿A quién nunca le han dicho con seguridad que el chocolate amargo puede tratar trastornos mentales graves como la depresión? Esta afirmación… es falsa. Y, sin embargo, el 51,3% de los franceses está “completamente” o “bastante de acuerdo” con ello. Sin embargo, esta información falsa está circulando en las redes sociales, desde Facebook hasta X, pasando por Instagram, WhatsApp o TikTok. Durante un año, la Fundación Descartes, creada en 2019 para luchar contra la desinformación, realizó un estudio con 4.000 adultos representativos de la población metropolitana francesa, para medir el impacto de la desinformación médica en el comportamiento de los ciudadanos.
El resultado de esta encuesta, publicada este jueves, es claro: los franceses que se enteran de noticias médicas, especialmente en las redes sociales, tienen menos conocimientos sobre salud que el resto de la población y muestran más comportamientos médicos que el resto de la población. “Esperaba que viéramos un vínculo. Y esperaba que las redes sociales no fueran del lado bueno, porque en estos canales circula más información errónea, explica a Figaro Laurent Cordonier, sociólogo y director de investigación de la Fundación Descartes. Aquí es donde la proporción entre cosas falsas y verdaderas es más fuerte”.
Por tanto, alrededor del 12% de los franceses ya han abandonado el tratamiento médico en favor de terapias alternativas (osteopatía, acupuntura, reflexología, magnetismo, etc.). Y dos de cada diez encuestados dicen que ya han rechazado una vacuna (excluida la de Covid-19) para ellos y/o sus hijos. “En promedio, estos comportamientos riesgosos para la salud son llevados a cabo por personas que demuestran un nivel de conocimiento de la salud más bajo que el resto de la población”, señala la encuesta. Quien añade: estas mismas personas “declaran un mayor interés por las noticias de salud que el resto de encuestados”. Pero obtienen su información principalmente a través de las redes sociales, YouTube y la mensajería instantánea.
Asimismo, el 13,7% de los encuestados dice haber rechazado la vacuna Covid-19. Si esta categoría tiene “menos interés que el resto de la población por temas de salud y una menor frecuencia de información sobre novedades médicas”, hace un uso más frecuente que el resto de las redes sociales, YouTube y la mensajería instantánea. Lo que estos tres grupos de personas tienen en común es su desconfianza hacia la comunidad médica y científica, las instituciones y el gobierno. Sin embargo, señala Laurent Cordonier, las dudas sobre las vacunas no surgieron con el Covid-19. «El trabajo sobre este fenómeno se remonta a la epidemia de gripe H1-N1 en 2009. Antes, casi no existía». “Pero por otro lado”, añade el sociólogo, “el episodio de la Covid ha reactivado este fenómeno”.
La información sanitaria es un tema que interesa a los franceses. Según el estudio, el 42,5% de los encuestados dice estar “muy” o “extremadamente” interesado en la información y noticias médicas. Pero, primera paradoja, sólo el 13% está informado diariamente sobre el tema, frente al 70% sobre noticias generales. El grupo de edad con mejores conocimientos es el de 65 y más años, mientras que los de 25-34 y 35-49 obtienen peores resultados. Los jóvenes de 18 a 24 años son promedio.
El médico sigue siendo la primera fuente de información sobre cuestiones de salud de los encuestados (40%). Seguido de medios generalistas (28%) y sitios especializados (21%). Sin embargo, «si los medios de comunicación generalistas constituyen el principal canal público de información sanitaria para los franceses, éstos sólo les depositan una confianza moderada sobre el tema». Por lo tanto, las redes sociales son comparativamente menos consultadas como canal de información sobre salud: el 14% de los encuestados dice que van a Facebook «a menudo» a «muy a menudo» para seguir las noticias médicas. Le siguen YouTube, Instagram, TikTok, X, WhatsApp y Telegram.
Así, según el estudio, “cuanto más se informen periódicamente los participantes hablando con su médico o a través de los medios de comunicación generales, mejores serán sus conocimientos sobre salud en promedio”. A diferencia de quienes consultan frecuentemente las redes sociales, cuyo índice de conocimientos sobre salud es bajo. Además, señala Laurent Cordonier, “los conocimientos sobre salud de los participantes son, por término medio, aún más bajos, ya que se muestran sensibles a las terapias alternativas, así como a las creencias New Age [una mezcla personal de creencias de diversos orígenes, nota del editor] y lo paranormal. ”. Y cuanto más sensibles son los franceses a estas creencias, más sensibles son a las sirenas de las terapias alternativas.
Estos últimos son muy populares en Francia, recuerda el estudio, pero no están exentos de peligros «sobre todo cuando se perciben y se utilizan como sustitutos de la medicina convencional». Según una encuesta realizada en abril de 2023 por Odoxa para la Misión Interministerial de Vigilancia y Lucha contra los Abusos Sectarios (Miviludes), el 89% de los franceses ya han utilizado al menos una terapia alternativa para su tratamiento. “Los franceses todavía tienen confianza en la ciencia, pero la ven de una manera mucho más ambigua. Quizás haya un vacío espiritual que llenar, y la gente profundizará en las espiritualidades de la Nueva Era, tratando de encontrar significado y equilibrio. En cuanto a las terapias alternativas, está muy ligada, porque no es sólo una oferta de atención, es todo un universo de creencias. El interés por las terapias alternativas también tiene su origen en la escasez de atención. Cuando no tenemos un médico disponible, ¿por qué no ir a ver un magnetizador que esté disponible?», descifra el sociólogo.
Según Laurent Cordonier, “en las creencias sobre la salud está en juego algo central. Las creencias esotéricas, al igual que las terapias alternativas, están adquiriendo cada vez más importancia en Francia. La facturación por ventas de libros en el segmento esotérico aumentó, entre 2019 y 2022, de 41 millones a 66 millones de euros. Una “preocupación real por la salud pública”, advierte.