Desde la apertura de la casa Cavafis en el corazón de Plaka, el barrio histórico de Atenas, Marianna Christofi, coordinadora de los archivos del célebre poeta griego traducido al francés por Marguerite Yourcenar, se ha visto abrumada por las solicitudes de visitas. “Son investigadores, estudiantes o curiosos, solos o en familia, de Estados Unidos, de toda Europa e incluso de Asia”, resume Marianna Christofi. Constantin Cavafy (1863-1933) nació y murió en Alejandría, Egipto. Un país cuyo cosmopolitismo y mezcla de culturas lo han inspirado profundamente. Pero la situación política y su deseo de reconocimiento le empujaron a huir durante un tiempo del país hacia Francia y Grecia vía Constantinopla. Este poeta original y moderno, confidencial en vida, “fascina hoy”, asegura Marianna Christofi.
Está muy orgullosa del trabajo realizado para que los archivos de este poeta sean clasificados y exhibidos en este edificio neoclásico al pie de la Acrópolis. Allí descubrimos más de 2.000 documentos, una biblioteca rica en 966 libros y efectos personales del artista que se encontraban en su casa de Alejandría, Egipto, incluido el sillón de terciopelo que ocupaba un lugar destacado en su salón. Una fina ventana protege su rosario, una copia de sus gafas redondas o la tabaquera estampada con sus iniciales que llevaba consigo a todas partes y que le siguió hasta París. Lo mismo ocurre con sus colecciones de poemas. Sus primeros versos en inglés, francés y griego.
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“Cavafy no publicó ninguna colección durante su vida”, explica Marianna Christofi. Él mismo imprimió sus colecciones de poesía y las envió o regaló a amigos y admiradores de su obra, anotando incluso minuciosamente las listas de esta circulación. Sabía muy bien qué había dado y a quién”, señala. Al pedir reconocimiento, Cavafis ve en Atenas una Meca, un trampolín, lejos de Alejandría, sobre todo porque sus versos están muy alejados del sentimentalismo de la época. Decididamente moderno, sus textos miran siempre hacia la Antigüedad grecorromana, inscribiéndose en el movimiento parnasiano. Cada una de sus palabras establece como dogma la “corporeidad” del hombre en la eternidad, una “reminiscencia carnal que ha hecho del artista dueño del tiempo; su fidelidad a la experiencia sensual da como resultado una teoría de la inmortalidad», señala Marguerite Yourcenar, quien habla de ella como «una de las más grandes, la más sutil en cualquier caso, la más nueva quizás, la más nutrida hasta ahora por la sustancia inagotable del pasado.
Pero el reconocimiento, las traducciones y la consagración sólo llegarán post mortem. Una ironía, que podemos leer en los seis retratos del poeta realizados por artistas contemporáneos, que le dan vida en esta casa Cavafis, erigida a finales del pasado noviembre, 160 años después de su nacimiento gracias a la colección personal de uno de los El más entusiasta de Cavafis, Antonis Papadimitriou, presidente de la Fundación Onassis.
Casa Cavafis. Dirección: 16b, rue Frinihou, Plaka abierto los martes, jueves y sábados de 11 a 18 horas. Entrada libre. Solicitudes de visita: cavafy.onassis.org/