Los restos del naufragio enterrados durante más de dos siglos a 75 metros de profundidad, frente a la costa de Seyne-sur-Mer, están llenos de tesoros que datan del siglo XIX. El barco encalló entre 1800 y 1850. En 2005, cuando Éric Alberola salió de excursión con su club de buceo, un eco hizo que su sonda entrara en pánico. “Creía que había caído sobre una roca, pero en realidad era un pecio”, explica Marine Sadania, arqueóloga y responsable científica.
“Buscábamos lugares profundos para bucear. Cuando bajé, dije «¡Guau!». Parecía una ventana de tiempo. Había un montón de tinajas impresionante, muchos peces, colores… Era magnífico”, cuenta Éric Alberola al periódico Nice-Matin.
No será hasta 2022 que el Departamento de Investigaciones Arqueológicas Subacuáticas y Subacuáticas (DRASSM) realizará una primera evaluación. “En 2005, el Código del Trabajo no permitía trabajar a más de 60 metros de profundidad”, precisa Marine Sadania. Explorados con ayuda de un robot submarino operado a distancia se encontraron numerosas vasijas y tres anclas de madera, lo que permitió a los expertos situar el naufragio en la primera mitad del siglo XIX.
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Los arqueólogos de la DRASSM programaron investigaciones más profundas del 11 al 15 de diciembre de 2023, con el apoyo de recursos y personal de la Armada francesa y protegidos por la prefectura marítima del Mediterráneo. Revelaron que el barco transportaba un cargamento total de más de 130 tinajas y multitud de utensilios de cocina cerámicos.
“Los resultados de la operación son muy positivos”, afirma Marine Sadania. Nuestro objetivo ha sido logrado. Aprendemos un poco más sobre el embalaje de mercancías en los barcos”. Las operaciones marítimas ya han finalizado, pero los datos aún se analizarán, en particular gracias a la elevación de una gran jarra de aproximadamente “un metro de alto y 70 cm de ancho”.
El segundo objetivo de la DRASSM es conseguir datar mejor este pecio de unos quince metros de longitud, similar a una tartana, para facilitar la investigación en los archivos y encontrar exactamente lo que transportaba. Por el momento, “sabemos que la carga de tinajas salía de los Alpes Marítimos hacia Marsella. Estos recipientes se utilizaban para transportar alimentos y se encontraban en todo el mundo”, continúa el arqueólogo.
La DRASSM colabora actualmente con varios museos de la región Provenza-Alpes-Costa Azul. “La idea sería hacer una exposición itinerante para presentar estos frascos al público en general”, afirma. Ante el entusiasmo que despierta este asunto, Marine Sadania recuerda que “el lugar marítimo será objeto de seguimiento”.