«No quiero dejar que gane el odio». En una entrevista concedida el domingo a Le Parisien, la actriz y directora Agnès Jaoui habló de la devastación causada por la guerra entre Israel y Hamás en el seno de su familia. Carmela Dan, de 80 años, y su nieta Noya Dan, de 13 años, perteneciente a la familia paterna de Agnès Jaoui, murieron en los ataques de Hamás el 7 de octubre. En las columnas de los medios de comunicación de Isla de Francia, la actriz de 59 años explica que los cuerpos de sus seres queridos fueron encontrados unos días después, “gracias a un dron que permitió identificarlos”.

«El objetivo de Hamás era asesinar precisamente a quienes están por la paz», lamenta Agnès Jaoui, cuya familia vivía en un kibutz «muy de izquierdas y pacifista, que trabaja con los palestinos y trabaja por la paz». Explica también que se enteró, en los días posteriores a la masacre, de la desaparición de otros cinco miembros de la familia de su padre, «secuestrados en el Kibbutz Nir Oz, en la frontera con Gaza».

En estos tiempos particularmente turbulentos, Agnès Jaoui admite encontrarse en un estado de intensa fragilidad. La directora de Sabores ajenos habla de “un estado de vulnerabilidad (que ella) nunca había conocido, de tristeza infinita”. A pesar de ello, sigue defendiendo un discurso de paz y solidaridad, y no quiere “dejar que prevalezca el odio”.

“Veo a todos culpándose unos a otros, con tanta salvajismo como ignorancia”, testifica la actriz. “Yo mismo, mientras cuento las tragedias que vive mi familia, escucho las críticas: los palestinos también están muriendo y sus hogares están destruidos, estoy profundamente herido”.

Respecto a la marcha del domingo, Agnès Jaoui no pudo asistir por falta de tiempo, pero afirma «apoyar la iniciativa» así como «la idea de que juntos podemos buscar soluciones». Optimista, Agnès Jaoui también quiere creer en días mejores. «Hay personas de sentido común, moderadas, que trabajan por la paz (…) son ellas las que harán el mundo de mañana», espera el cineasta, antes de lanzar un último llamamiento sobre la cuestión de los rehenes: «No abandonarlos. Seguir haciéndolos existir, como seres humanos, no sólo como números”, concluye.