La telenovela aún no ha terminado. La France insoumise (LFI) presentará una moción de censura contra el gobierno, anunció su líder de diputados insoumis, Mathilde Panot. En cuestión, la decisión del presidente de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, de juzgar «inadmisibles económicamente» las enmiendas destinadas a derogar la edad de jubilación a los 64 años. Estos textos habían sido presentados por Nupes y el grupo Liot (Libertades, Independientes, Ultramar y Territorios) tras el descalabro del proyecto de ley por la mayoría, la semana pasada, en la Comisión de Asuntos Sociales.
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El anuncio, por lo tanto, no dejó de reaccionar a la oposición, que sin embargo había intentado convencer al inquilino del Perchoir para que dejara votar a los diputados. Privado del texto insignia de su nicho parlamentario, el grupo Liot denunció «un ataque sin precedentes a los derechos del Parlamento», confirmando una «negación de la democracia». Estos independientes encabezados en particular por Charles de Courson argumentan: «Bajo la presión del ejecutivo, el Presidente de la Asamblea Nacional ha optado por impedir, por primera vez desde 1958, el examen de una enmienda que restablece una disposición de un texto inicial, cuya admisibilidad había sido reconocida dos veces (por la Mesa de la Asamblea y por el Presidente del Comité de Finanzas). Constituye un cuestionamiento a la práctica constante de la Constitución”.
Una observación compartida por el presidente de la Comisión de Finanzas, Éric Coquerel, que él mismo había considerado “aceptable” la propuesta de esta formación central. En un comunicado de prensa publicado en el proceso, los Insoumi también deploraron “un debilitamiento de la democracia parlamentaria”. “Al final, ningún verdadero demócrata podrá encontrar su cuenta allí”, advirtió, mientras que Yaël Braun-Pivet no lo consultó ni le informó de su decisión. Habiendo llegado incluso a juzgar el presidente de la Asamblea Nacional que Éric Coquerel se había «salido de su rol institucional» al no impugnar el texto derogatorio.
Los diputados macronistas están «preparados para todo. Son lamentables», añadió su colega rebelde, François Ruffin. Si durante un tiempo se negó a activar el artículo 40, Yaël Braun-Pivet «prefirió el papel de portadora de armas al de garante de las instituciones», fustigó la ecologista Sandrine Rousseau. El jefe de los socialistas, Boris Vallaud, por su parte calificó de «grave» la decisión, preocupándose por la voluntad del campo presidencial de «bloquear» la de los franceses y los representantes del pueblo.
La indignación ganó también las bancadas del Reagrupamiento Nacional (RN), que apoyó la derogación del retiro a los 64 años. “La mayoría tiene miedo de los diputados, miedo de los franceses y pisotea los derechos del Parlamento”, reaccionó el vicepresidente de la Asamblea Nacional, Sébastien Chenu. El campo presidencial «utilizó todos los subterfugios para evitar que los diputados votaran», agregó su colega, Thomas Ménagé. Suficiente para subir un poco la temperatura, en vísperas de una sesión que promete ser tormentosa.