Miles de peregrinos católicos participaron en la tradicional procesión de Pascua que tuvo lugar en el este de Indonesia el viernes 7 de abril, luego de una pausa de tres años debido al Covid-19.

Unas 7.000 personas se reunieron en una flotilla de botes de remos en Larantuka, localidad de la isla de Flores, el Viernes Santo para llevar una caja que contenía una estatua sagrada del niño Jesús. “Es una peregrinación espiritual. Nos quedamos asombrados. Se me puso la piel de gallina al ver esto por primera vez”, dijo Erasma Arpete Nilam, y agregó que “sus necesidades espirituales” la impulsaron a dejar la isla de Borneo para participar en la celebración.

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La comunidad cristiana de Indonesia, alrededor del 3% de los 270 millones de habitantes del país predominantemente musulmán, ha sido repetidamente objeto de discriminación y ataques por parte de militantes islamistas en los últimos años. El evento alcanzará su clímax el viernes por la noche, con un desfile nocturno en el que participarán romeros vestidos de negro con el fin de llorar la muerte de Jesús. Encenderán velas y llevarán una estatua de María junto a la de Jesús, que suele estar en un ataúd cubierto de negro.

Esta tradición tiene sus raíces en un mito del siglo XVI en el que un niño, mientras pescaba, habría descubierto la estatua de una mujer. Los habitantes de la isla habían construido un culto en torno a esta estatua antes de la llegada a Indonesia de los misioneros portugueses y más tarde la identificaron como la representación de María.

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Muchos países tuvieron que renunciar a ciertas celebraciones debido a la pandemia, antes de retomar la tradición este año. El viernes, cientos de filipinos celebraron la Pasión de Cristo azotándose hasta sangrar -la Pascua sangrienta-, llegando algunos incluso a ser clavados en una cruz.