Una reunión y dos informes. A los ojos de los sindicatos, la reunión de Matignon, que tuvo lugar en vísperas del 11º día de movilización contra la reforma de las pensiones, se convirtió en un diálogo de sordos. A ojos de la primera ministra, Elisabeth Borne, «esta reunión marca un paso importante» a pesar de «nuestros desacuerdos sobre la edad [que] no nos permitieron discutir en profundidad».

Desde entonces, la tensión ha ido en aumento. El secretario general de la CFDT, Laurent Berger, dijo que la «crisis social» se ha convertido en una «crisis democrática». Una fórmula denunciada por la comitiva del jefe de Estado, actualmente en movimiento en China.

«No estamos de acuerdo, pero nos hablamos», insiste Olivier Véran el 6 de abril. El portavoz del Gobierno lo asegura al micrófono de France Inter: «Se ha retomado el contacto, existe el diálogo y tenemos vocación de trabajar con los sindicatos». Antes de martillar: «¡Estamos hablando entre nosotros!» Por su parte, el ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, también insiste en BFMTV: “Esta reunión fue un paso importante para poder renovar una forma de diálogo”.

Olivier Véran también refutó la expresión de «crisis democrática». “La crisis democrática es si los extremos llegan al poder”. El ministro Dussopt, por su parte, reaccionó: «¿Qué crisis? Hay una crisis social, una crisis política, pero no hay una crisis democrática.