Los abogados de Félix Biancamaria anunciaron el lunes que pedirán que su cliente, que corre el riesgo de recibir hasta cinco años de prisión, esté «relajado» y que «le devuelvan su plato» al final del proceso ante el tribunal correccional de Marsella. instalación.
Ya condenado en 1986 a 18 meses de prisión suspendida por secuestro de un pecio marítimo (sentencia confirmada en apelación en 1995), Biancamaria está siendo procesado por encubrimiento de robo y contrabando de un tesoro nacional.
El asunto llegó a los titulares. Mientras pescaba erizos de mar en 1985 en Córcega, cerca de Ajaccio, el hombre descubrió un plato y monedas de oro (casi 600 en total) con la efigie de emperadores romanos del siglo III. Se trata de aureles o múltiplos de los emperadores Galieno, Claudio II el Gótico, Quintilla y Aureliano. Dieciocho de ellos serían únicos en el mundo y valorados en varios millones de euros.
Este tesoro quedó en gran parte dispersado cuando Félix Biancamaria, su hermano y un cómplice fueron condenados en 1994 a 18 meses de prisión y una multa de 20.000 euros. Y este hallazgo provocará que Félic Biancamaria sea juzgado nuevamente los días 29 y 30 de enero por “encubrimiento del robo de un tesoro marítimo”.
«Sólo le quedan los ojos para llorar», declaró el lunes en una rueda de prensa en París uno de sus abogados, Me Amale Kenbib, acusando al Estado de «apropiarse de este tesoro monetario» que los numismáticos consideran uno de los más importantes del mundo. mundo.
El caso volvió a ser noticia cuando fue detenido en el aeropuerto de Roissy en 2010, en posesión de un plato de oro considerado una de las piezas centrales del tesoro descubierto en el Golfo de Lava, frente a la costa de Ajaccio.
Luego confirmó haber encontrado el plato durante inmersiones en los años 80. El objeto, cuyo precio se estima entre 6 y 8 millones de euros, había sido confiado al departamento de investigaciones arqueológicas subacuáticas y subacuáticas del Ministerio de Cultura (Drassm).
Según la otra abogada del sexagenario, Anna-Maria Sollacaro, en aquella época la legislación sobre descubrimientos marítimos no preveía más disposiciones que las relativas a la desviación de restos de naufragios. Luego, “participamos en un movimiento apresurado para crear una nueva legislación tras el descubrimiento para poder apropiarnos del tesoro” introduciendo una noción de “bien cultural marítimo”.
Sin embargo, es «mucho más probable que este tesoro provenga de la ocupación romana de la época que de un naufragio», subraya Sollacaro, denunciando una violación del principio de «irretroactividad del Derecho penal».
Los expertos (historiadores, arqueólogos y buceadores) citados por la defensa testificarán en el juicio para cuestionar la hipótesis del naufragio. Si el tesoro se encontraba originalmente en tierra firme, el descubridor tiene derecho al 50% de su valor. Pero si sufre daños en el mar, pertenece enteramente al Estado.