Amo mi trabajo y trabajo con un empleador con el que todos sueñan en mi campo. La única nota discordante es mi jefe. Es enfadado, muy difícil de complacer, además de controlador. Nuestro equipo es joven y veo que muchos temen hablar abiertamente y mantienen la distancia. Para mí, dimitir está fuera de discusión. ¿Que más puedo hacer? – Isabel
Los datos de las investigaciones muestran que casi el 14% de los empleados alguna vez han observado o experimentado supervisión abusiva. Por tanto, la deplorable situación que estáis viviendo es bastante común. Los impactos negativos de una relación tóxica con tu jefe están documentados y son bien conocidos: disminución del compromiso, agotamiento, salida de personas talentosas, pérdida de confianza, cuestionamiento de las habilidades y, por supuesto, reducción de la productividad.
Muchos empleados resuelven su problema migrando a otro empleador. Ha descartado esta opción y, en cambio, busca remediar la situación. Aquí hay algunas cosas en las que pensar y tres preguntas clave que le ayudarán a determinar cómo podría intervenir de manera constructiva.
Intervenir ante comportamientos inadecuados en el trabajo es un desafío en sí mismo. La situación parece aún más delicada cuando se trata de su jefe. Debemos reconocer que estamos acostumbrados a ver la relación jefe-empleado a través del prisma de una relación de dependencia, o incluso de una actitud pasiva de impotencia o víctima.
Para salir de esta postura, es aconsejable realizar un trabajo de introspección preguntándose en qué medida usted contribuye al mantenimiento de relaciones tóxicas en el trabajo a través de su negligencia o de algunos de sus comportamientos que pueden alimentar este tipo de relaciones.
En resumen, al darse cuenta de que usted y su jefe están en una relación de dependencia mutua, se abren posibilidades, incluida la de afirmarse más buscando “gestionar a su jefe” de una manera más proactiva, en beneficio del colectivo. Él te necesita tanto como tú lo necesitas a él. Sería prudente empezar sobre esta base en la búsqueda de soluciones.
Independientemente de la estrategia de intervención que elijas, tendrás que dejar explícita la naturaleza tóxica del comportamiento de tu jefe. Por lo tanto, es un buen primer paso documentar objetivamente las conductas dañinas que haya observado, incluidos sus efectos y el contexto en el que se manifiestan.
En este sentido, es aconsejable buscar otras perspectivas, de tus compañeros, de un mentor e incluso de expertos internos o externos, para validar tu interpretación de la situación. Además, no dudes en preguntar a los compañeros que parezcan llevarse bien con tu jefe, si es que los hay, claro. Esto podría brindarle información más matizada al respecto.
En primer lugar, considerar que muchas veces adoptar conductas tóxicas no es una elección consciente para la persona. De hecho, es posible que su jefe tenga un gran punto ciego con respecto a sus acciones y sus impactos, es decir, cómo los demás experimentan la situación y lo que piensan o dicen sobre él en su ausencia.
Pregúntese cómo transmitirle esta información sin acentuar el problema ni ponerse en riesgo imprudentemente, porque actuar solo podría volverse en su contra. Como el problema parece colectivo, se podría intentar crear solidaridad entre los compañeros afectados por la situación, mediante una queja formal o una petición exponiendo la situación inaceptable y la necesidad de remediarla. Pero tenga cuidado, porque verá que a menudo es difícil reunir a todos en torno a este enfoque y que este tipo de alianza sigue siendo precaria.
Otra opción sería contactar al supervisor de su jefe. Pero en este caso, considere la cultura de gestión de su organización y la probable reacción de su jefe, ya que esto podría percibirse como una falta de lealtad. Si este es el caso, vea si otra persona confiable, neutral, creíble y bien ubicada en la organización podría intervenir con su jefe.
Finalmente, podría discutir con recursos humanos cómo acercarse a su jefe o a las personas con autoridad para intentar que las cosas sucedan. Estos expertos internos también podrían evaluar qué tipo de apoyo se le ofrecería para ayudarle a realizar mejor su trabajo de supervisión sin los efectos tóxicos causados por su actitud o comportamiento.
En cualquier caso, si decides ser el portador del mensaje, tendrás que asumir el desafío de prepararte para una conversación que será difícil, es decir, darle retroalimentación crítica sin atacarlo personalmente. Como preparación para esta reunión, una buena idea es escribirle un mensaje que transmita claramente lo que quieres decirle. Probablemente nunca lo envíes, pero este ejercicio te permitirá aclarar tus pensamientos, encontrar el tono adecuado para expresar tu consternación y mostrar tu deseo de mejorar la situación.
Lo prudente es dar un paso atrás. Incluso si, por el momento, no te planteas poner fin a tu relación laboral, sería prudente no descartar por completo esta opción, especialmente si tu salud física y mental se ve afectada. De este modo, podrías dotarte de un plan B inicial, sin quemar los puentes a tu espalda, considerando la posibilidad de volver a unirte al equipo más adelante, cuando la situación haya evolucionado favorablemente.