¡Es urgente luchar contra la penumbra ambiental! ¡Debe ser asfixiado permanentemente! A sus compromisos asociativos, en particular para el libro, Alexandre Jardin suma, este verano, una nueva lucha. Para ayudar a sus coetáneos a olvidar los años del Covid, ofrecerá una epidemia de buen humor en forma de espectáculo musical decididamente familiar, titulado Bueno, cantemos ya. Compuesta por 19 versos y estribillos de los años 30 y 40, con letras decididamente delirantes, será interpretada por dos actores, Caterina Barone y Nicolas Godard. Invitarán al público a bailar, escuchándolos, en un espacio habilitado para tal fin.
Sin embargo, este concepto, que el novelista llamó Bal pour rire, no se mostrará en los teatros tradicionales o en las salas de conciertos, sino en condiciones que la Capitaine Fracasse de Théophile Gautier no negaría. Los artistas actuarán al aire libre, en un espacio municipal, en la plaza de un pueblo, a veces en un gran café, en un escenario improvisado. A cambio de la cesión de éste, este momento de locura será gratuito para el público, pero también para quienes les darán la bienvenida, al menos durante este año. Se trata de aprovechar el verano para merodear un mecanismo nacido hace apenas unos meses, tomando un café. Ese día, en el pueblo de Aude donde ahora vive varios meses al año, Alexandre Jardin irrumpió con un amigo, Vincent Safrat, contra la tristeza de nuestro tiempo y evocó con nostalgia el tiempo en que no lo tomábamos en serio. .
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Así surgió la conversación sobre canciones cómicas, muchas veces en segundo grado, que se convirtieron en éxitos gracias a Fernandel, Charles Trenet, Bourvil, Frehel y algunos otros. La idea entonces surgió casi naturalmente: ¿por qué no hacerlos interpretar por jóvenes, adaptándolos a los arreglos actuales? En el proceso se elaboró la lista de imprescindibles y se organizaron audiciones con compañías locales, para elegir a los dos intérpretes. Alexandre Jardin dejó entonces en manos de Vincent Safrat la realización administrativa del proyecto. Hace 25 años creó la asociación Lire c’est depart a través de la cual vende, cada año, cinco millones de álbumes infantiles a 80 céntimos. No se distribuyen en los circuitos tradicionales, sino en los suburbios desfavorecidos y el campo donde no hay una sola librería. Las entregas se realizan en furgonetas con luz verde de las autoridades locales. Creó así vínculos con ayuntamientos u otras asociaciones a las que ofreció estos Bals pour rire. La luz verde fue casi inmediata.
El estreno tendrá lugar en Narbona el 28 de julio antes de una quincena de funciones en los alrededores. “Nunca me he reído tanto en mi vida como durante los ensayos”, admite Alexandre Jardin, este es un primer paso antes de un desarrollo previsto para el próximo verano. «Nuestro objetivo es encontrar e involucrar a cientos de dúos y organizar miles de fiestas y bailes locos, en pueblos que comprarán esta noche por una suma muy pequeña, que no debe superar los 1000 euros», agrega. Finalmente, especifica que a excepción de los actores, nadie cobra. Un momento de risa no tiene precio.