Penetrar de lleno en la cuestión del perfume es lo que ofrece la monumental y cuanto menos sorprendente instalación del artista Refik Anadol. El hombre cuyos frescos digitales hipnotizan desde hace varios meses a los visitantes del MoMA de Nueva York ha transpuesto, gracias a la inteligencia artificial, la fórmula química de L’Or de J’Adore, la última versión del perfumista Francis Kurkdjian, en una escultura digital de datos en movimiento y abstractos.

Ante tanto éxito, la retrospectiva inicialmente prevista hasta el 8 de octubre en el Beaux-Arts de París dará al público cinco días adicionales para descubrir su pieza donde se difunden músicas altísimas y notas de rosa damascena y jazmín sambac, donde se difunde el pixel- Las moléculas se agitan para formar un oro líquido que parece fluir sin cesar. No muy lejos, las radiografías del frasco firmadas por Katerina Jebb y la escultura de perlas, firma de Jean-Michel Othoniel… Intercaladas con trajes de la casa dorados en el borde, el recorrido permite comprender también lo que hizo J’Adore, lanzado en 1999, un éxito que no se puede negar, a través del imaginario popular (Carmen Kass y su baño de oro en la publicidad de Mondino) y del saber hacer (descubrimos los primeros borradores del frasco envuelto en encaje metálico que evoca los cuellos altos de la Belle Époque de Madeleine Dior, la madre del diseñador). No hay que perderse una de las ánforas diseñadas por Dior en los años 50 y su capuchón de bronce que representa un ramo de flores en flor.

“¡Dior J’Adore! » hasta el 13 de octubre en Beaux-Arts de Paris, 13, quai Malaquais (París 6).